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Los separatistas nos quieren vender el siglo XIX como una época de animadversión cultural y a todos los niveles contra España, cuando fue todo lo contrario: el “siglo de la eclosión españolista de Cataluña”. Quieren asociar la Renaixença al nacionalismo catalán cuando los artífices del movimiento tenían un ardiente patriotismo español, algo que se oculta manipulando la verdad de la historia. El historiador Rafael María Molina ha estudiado a fondo el fenómeno y en esta entrevista para SOMATEMPS desmonta los mitos y mentiras sobre el siglo XIX.

 

¿Dieron muestras de patriotismo español los catalanes durante el siglo XIX o asumían ya postulados políticos nacionalistas catalanes?

 Todo lo contrario, a asumir postulados nacionalistas. De hecho, profesores catalanes de prestigio han hablado claramente de esta cuestión en los últimos años en libros convertidos ya en obras de referencia para deshacer mitos y leyendas falsas al respecto. El profesor Javier Barraycoa ha hablado del XIX como del “siglo de la eclosión españolista de Cataluña”, aportando una multitud de datos. Igualmente, el profesor Joan Lluís Marfany ha recordado el intensísimo patriotismo español de los catalanes en momentos clave, como la Guerra de la Independencia. Marfany subraya que el nacionalismo español fue la ideología política dominante en Cataluña durante todo el siglo XIX, que además difundió al resto del país.

También se pueden recordar las muestras de combatividad y patriotismo hispano de los catalanes en ocasiones como la Guerra de África de 1859-1860 o las guerras de Cuba y Filipinas. O en las guerras carlistas, desde luego. Hay que pensar, por ejemplo, como durante todo el siglo XIX, la bandera española rojigualda fue mucho más popular en Cataluña que la “senyera” y se exhibía públicamente con mucha mayor frecuencia que ésta. De ello hay muchos testimonios, aunque hoy se intenten ocultar.

 

Pero se produjo el fenómeno cultural de “la Renaixença”, ¿se tradujo ello en la aparición del nacionalismo catalán?

La Renaixença fue un movimiento cultural de recuperación de la lengua, la cultura y la historia catalana, a partir de la década de 1830, dentro de los parámetros generales del Romanticismo europeo. Pero durante casi todo el siglo XIX los mismos autores y literatos catalanes de “la Renaixença” se identificaban con un intenso patriotismo español.

Para ellos el orgullo de ser catalanes siempre estaba incluido dentro de la idea de España como patria común y la “nación” era siempre España. Así se entiende el ardiente patriotismo, incluso nacionalismo español, mostrado por autores clave de la Renaixença como Víctor Balaguer, Manuel Angelón o Antonio Altadill con ocasión, por ejemplo, de la Guerra de África. Y eso es algo que se ha ocultado sistemáticamente. Muchos de estos autores tienen una gran parte de su producción literaria en castellano y eso es algo que también se ha ocultado. Autores como Aribau, además, se ocuparon intensamente de recuperar y difundir la historia de España, por ejemplo, con su participación en la publicación de la Colección de Documentos Inéditos de la Historia de España con una multitud de volúmenes especialmente de la época imperial de España.

Baste recordar el conmovedor testimonio de identificación con la tradición católica e hispana de Cataluña del más grande de los escritores en catalán del siglo XIX: Mossèn Jacinto Verdaguer. Lo mismo podría decirse del gran filósofo Jaime Balmes, aunque este no pertenezca propiamente a la Renaixenca. Solo en los últimos años del XIX autores como Guimerá o Pitarra empiezan a adoptar una visión nacionalista catalana.

 

¿Había conflicto lingüístico?

 

El conflicto lingüístico y el odio contra el castellano no aparecen en Cataluña hasta la aparición del catalanismo político a finales del XIX y sobre todo a partir del XX que es cuando el nacionalismo catalán toma fuerza. Antes, los mismos autores de la Renaixença utilizaban con naturalidad ambos idiomas, que convivían con normalidad en la sociedad catalana. Por ejemplo, los Voluntarios catalanes de las guerras de Marruecos o Cuba hablaban entre ellos en catalán o con oficiales catalanes sin que a nadie le extrañara o molestara. Hay abundantes testimonios de ello.

 

¿El inicio del separatismo empieza con los republicanos federales?

Se puede decir que sí. Hacia 1870, los republicanos federales empiezan a tomar importancia en el escenario político catalán, aunque su momento de influencia fue efímero. Algunos de ellos en la Diputación de Barcelona ya hablan de proclamar un Estado Catalán, pero el general Prim, buen catalán y buen patriota español, les frenó con enérgicas medidas militares. Su momento fue efímero y de hecho en esa misma década el patriotismo de los catalanes quedó de nuevo demostrado con la organización de los Voluntarios Catalanes de Cuba, pero se había sembrado una semilla para el futuro.

El líder de los republicanos federales, Pi y Margall no era separatista, pero de su entorno surgió Valentí Almirall, el primer teórico del nacionalismo catalán. Su nacionalismo era de izquierdas, laicista y masónico

 

¿Cuál fue el papel de la burguesía catalana en el siglo XIX?

Durante el siglo XIX, la burguesía industrial catalana manejó un discurso político de intenso patriotismo español en defensa de sus propios intereses. Esto fue así sobretodo en relación con dos cuestiones clave: presionar a los sucesivos gobiernos de España para que adoptaran una política económica proteccionista que dificultara al máximo la importación de productos industriales extranjeros, cosa que lograron, convirtiendo, de hecho, a España en mercado cautivo de la industria catalana. La otra cuestión fue Cuba, donde los negocios e intereses catalanes eran amplios. Los empresarios catalanes apoyaron siempre la visión política más españolista, negándose a cualquier autonomía para la isla.

Pero a partir de 1898 se produjo un cambio drástico. Al consumarse la pérdida de Cuba, los burgueses catalanes pasan a exigir al gobierno español un concierto económico para Cataluña. Su intención era recuperar vía impuestos sus pérdidas económicas en Cuba. Cuando el gobierno se niega pasan a apoyar al nacionalismo catalán.

Fue una actitud de un egoísmo infame pues olvidaba que 150.000 soldados españoles habían muerto en Cuba en 2 grandes guerras básicamente por defender los intereses económicos catalanes. Luego, naturalmente, cuando le convino, ante el peligro revolucionario, la burguesía catalana volvió al nacionalismo español en 1923 apoyando el golpe de Primo de Rivera y en 1936 al Alzamiento Nacional.

 

¿Cuándo cobra fuerza el nacionalismo catalán?

Aunque, como vimos el nacionalismo catalán tuvo un origen izquierdista, pronto viró hacia posiciones más conservadoras. A partir de 1880 surgen las primeras asociaciones catalanistas aún no configuradas como partidos, pero con claras intenciones políticas. El primer programa nacionalista catalán fueron las “Bases de Manresa”, de 1892. Pero lo cierto es que el impacto de todo ello fue mínimo en aquel momento. Como señalaron luego Josep Pla y el propio Francesc Cambó, (y han reconocido historiadores nacionalistas contemporáneos como Borja de Riquer) en aquellos años el nacionalismo catalán era muy minoritario en una Cataluña que aún se emocionaba con el patriotismo español, sobretodo en relación con Cuba, como se veía en las masivas despedidas



a los soldados. La monarquía había sido aclamada popularmente en la Exposición Universal de 1888 en Barcelona. Había un fuerte orgullo regional, como se vio en la defensa del Derecho Civil catalán en aquellos años, pero todavía estaba dentro de un intenso patriotismo español.

Pero a partir de 1900, el nacionalismo catalán se convierte en una ideología con un amplio apoyo. Fue decisivo para ello el apoyo económico que había empezado a darle la burguesía catalana.

 

¿Cómo los pueblos catalanes abandonaron el carlismo y el catolicismo?

El ascenso y caída del carlismo durante los siglos XIX y XX está estrechamente ligado al propio auge y caída de la religión católica pues el carlismo era y es un ideal político muy vinculado a la Fe católica. Durante el siglo XIX el campo catalán había sido un bastión carlista y católico. Pero a partir precisamente de 1900 el secularismo entra con fuerza por primera vez en los pueblos catalanes. El gran beneficiado fue el nacionalismo catalán que empezaba a configurarse como una ideología que exigía una entrega total, casi como una religión y sacralizaba elementos como la lengua. De esta forma el catalanismo fue sustituyendo al carlismo en los pueblos. Lo mismo ocurrió en Vascongadas.

No obstante, es importante recordar que durante el primer tercio del siglo XX el catalanismo no pudo todavía desplazar totalmente al carlismo y éste aún conservó una influencia estimable en el medio rural catalán. Buena prueba de ello es el Laureado Tercio de Requetés de Nuestra Señora de Montserrat durante la Guerra Civil.  Pero a partir de los 70 del siglo XX con la gran ola de secularización el separatismo catalán estableció su hegemonía en el campo, sobre las ruinas del cristianismo.  Así hemos llegado a la situación actual con un independentismo catalán étnico, rural y casi tribal intentando conquistar social y políticamente Barcelona y su entorno. De momento, sin éxito, lo cual determina el fracaso hasta ahora del proceso independentista.

Pero, en cualquier caso, el separatismo catalán intentará siempre destruir a la Religión católica pues sabe que, si se llegara a producir una restauración católica de Cataluña, el nacionalismo catalán, configurado como una religión alternativa, sería el gran damnificado. Y ello a pesar del absurdo de que haya religiosos e incluso algún obispo que sean defensores fanáticos del separatismo. También a principios del siglo XX hubo religiosos catalanistas. El pago que dio por ello el nacionalismo catalán entonces representado por ERC a la Iglesia en Cataluña durante la Guerra Civil fue el exterminio físico.