pío moa
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Luis Pío Moa Rodríguez es un brillante historiador, especializado en el período de la Segunda República España, la Guerra Civil y el franquismo. Autor muy prolífico en libros y en artículos, siendo asiduo en los medios de comunicación y una referencia para analizar la reciente historia de España.

En 1999 publicó Los orígenes de la guerra civil, que junto con Los personajes de la República vistos por ellos mismos y El derrumbe de la República y la guerra civil conforman una trilogía imprescindible.

Uno de los sus grandes éxitos comerciales fue Los mitos de la guerra civil, con 150.000 ejemplares vendidos, número uno de ventas durante seis meses consecutivos, Una historia chocanteAños de hierroViaje por la Vía de la PlataFranco para antifranquistasLa quiebra de la historia progresista son algunos de sus títulos más conocidos.

En esta entrevista, breve y sintética, hace un balance de las cuatro décadas de la Constitución y compara esta época con el Régimen del General Franco. Lacónico en palabras, ahonda en la esencia de las cosas.

En diciembre se van a cumplir 40 años de la Constitución, ¿Cuál es el breve balance que hace de la misma?

La Constitución tiene de origen graves defectos que pudieron irse corrigiendo con la experiencia y no se han corregido. De resultas estamos en un proceso de descomposición del régimen creado entonces, con un golpe de Estado permanente.

¿Hemos salido perdiendo con relación al Régimen del General Franco?

El régimen de Franco era inviable después del Vaticano II. Pero creó condiciones para una democracia no convulsa, que se han ido deteriorando hasta la situación actual. España era entonces más independiente y soberana y prosperaba a un ritmo más rápido que ahora.

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Todas las estadísticas económicas y sociales son mucho peores, unos datos que sin embargo se ocultan.

Todo lo que tiene que ver con el franquismo se ha venido ocultando o falsificando sistemáticamente por los actuales partidos. Eso puede y debe cambiar.

Las concesiones a los nacionalistas ha sido una de las grandes lacras y el monstruo se ha hecho muy grande amenazando devorar España.

Ciertamente, la política de los gobiernos desde la transición ha sido de complicidad auténtica con los separatismos y con la ETA (salvo Aznar). Por eso hemos llegado a la presente situación.

El sistema partitocrático ha derivado en un foco de corrupción a unos niveles insospechados.

Existe una corrupción, no sólo económica, sino y aún más, intelectual. También sexual.

Las estadísticas del paro son desoladoras, como la precariedad de los contratos y la indefensión del trabajador….

La economía ha avanzado a saltos con períodos de depresión como el actual y con momentos de auge y siempre con unos índices de paro altos o muy altos. Pero tampoco el país vive en la miseria.

Mientras muchos inmigrantes reciben todo tipo de ayudas.

Se sigue una extraña y siniestra política, también en la UE, fomentando el aborto y la inmigración. Eso debe denunciarse sin descanso.

El sistema educativo ha sido nefasto, hablan de la generación mejor preparada de la historia, cuando los informes PISA hablan de los que estudiantes españoles son los peores en comprensión lectora de toda Europa.

Las evidentes taras del sistema de enseñanza deben denunciarse, y buscar sistemas mejores, que fomenten la cultura más que la mera información, entre otras cosas.

Háblenos de la degradación moral de la sociedad, encabezando España los índices de alcohol, droga, aborto etc.

La salud social de los españoles ha venido empeorando con respecto a la época de Franco, que tenía la mejor salud social de Europa (índices de delincuencia y población penal, suicidios, consumo de drogas, alcoholismo juvenil, fracaso familiar, etc.) Lo he señalado y he escrito mucho al respecto.

También ha sido usted muy crítico en sus artículos con la infantilización y burdelización de la sociedad española.

Se ha creado una sociedad de la diversión y el entretenimiento industrializados a unos niveles increíbles, que infantilizan a la población y crean una evolución totalitaria en la que se intenta controlar no sólo el pensamiento, sino también los sentimientos.  Es preciso reaccionar, denunciándolo y parando esa deriva.