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La contribución de Jaime Balmes al periodismo católico en los últimos años de la primera mitad del siglo XIX, nos permite conocer y valorar, los esfuerzos y propósitos que hicieron posible aquellas primeras publicaciones periódicas que tuvieron como signo distintivo su identidad católica, y, al mismo tiempo el ambiente intelectual y político, dentro y fuera de nuestra fronteras, de aquel período.

La impronta biográfica es una de las claves que nos puede ayudar a penetrar en la labor del apologista catalán. Balmes nace en 1810 en la ciudad Vic, en un ambiente rural, muy señalado por su carácter vigorosamente tradicional y religioso. Esta pequeña capital de comarca, conocida con el calificativo de “levítica” por la fecundidad en vocaciones religiosas y sacerdotales durante todo el siglo XIX en ella realizará sus primeros estudios eclesiásticos completándolos, para la obtención de los grados académicos, en la Universidad de Cervera.

Terminados sus estudios busca por diversos caminos el modo de poder realizar su vocación de escritor apologista. Con este propósito colaborará y dirigirá las distintas publicaciones que analizaremos mas adelante.

Son relativamente muy poco años los que están ocupados por esta labor periodística, pero muy intensas y fecundos. Abarcan desde finales del 1841 hasta mediados de 1846, durante este breve periodo además de sus numerosas colaboraciones en las publicaciones periódicas publicara también sus dos obras mas conocidas. El protestantismo comparado con el catolicismo y El Criterio lo cual refleja el carácter prolífico del joven sacerdote como escritor apologista. Como consecuencia de los avatares político que rodearon su labor periodística, Balmes a partir de 1847 anuncia con confesado desengaño su renuncia a su propósito de influir en la situación política española mediante sus artículos periodísticos, y centra su labor de escritor en cuestiones mas doctrinales y filosóficas.

En estos últimos años de su vida publicará su producción filosófica mas importante: Filosofía elemental y Filosofa fundamental, aunque tampoco rehuye el campo mas polémico como queda reflejado en la publicación del folleto sobre Pio IX, tan mal interpretado, y fuente de los últimos disgustos que influirán en su ya maltrecha salud, muriendo poco tiempo mas tarde. Su ultima escrito póstumo inacabado es un análisis lúcido de las causas de la Revolución de 1848, en él manifiesta su reiterada preocupación por los acontecimiento sociales y políticos de su tiempo, haciendo gala una vez mas de su capacidad para penetrar en el conocimiento de la realidad social. A pesar de todas las dificultades y contrariedades que surgieron en su labor periodística su empeño y por ella desapareció permaneció hasta el final de su vida.

Situación política en España

Una breve referencia al revuelto ambiente político de la España de aquellos años es necesario para enmarcar la prensa católica del momento. La guerra civil carlista termina en la mayor parte de España en agosto de 1839 con el llamado abrazo de Vergara entre los dos generales jefes de ambos bandos contendientes, sin embargo la zona levante y Cataluña no estará totalmente pacificada hasta ya entrado el año 1840. Pero Cataluña después de haberse mostrado tan tenazmente antiliberal será también el escenario de los sucesos más radicalmente revolucionarios de los años inmediatos. Barcelona desempeñara un papel decisivo en la caída del Reina regente como consecuencia del ambiente que rodeó a la reina y al general Espartero en su viaje a Barcelona recién concluida la guerra. Poco tiempo de esta visita el general ovacionado por el pueblo barcelonés, tendrá que bombardear a la ciudad amurallada ante su agresiva actitud de rebeldía frente al poder político del nuevo Regente. Y aunque sometida con la fuerza de las armas sus celebres “bullangas” anuncian con significada anticipación sucesos de carácter anarquizante y antiautoritario que caracterizarán a la Barcelona del siglo XX.

En general, la política española del periodo 1839-1843 tendrá un claro carácter revolucionario especialmente manifiesto por su política eclesiástica. Durante la regencia de Espartero, ésta llega a su culminación con los frustrado y burdos intentos de crear una iglesia cismática sometida a las conveniencias del poder político. Esta situación favoreció al partido moderado que circunstancialmente se vio rodeado del apoyo popular por el clima social creado por el antiesparterismo. Un nuevo político el general Narváez se hará dueño de la situación y a pesar de la alternancia de periodos de estabilidad con momentos de nuevo revolucionarios, se puede afirmar que la política española, a pesar de la falta de arraigo popular, como tantas veces denunció Balmes en sus colaboraciones periodísticas, va a gozar de una mayor estabilidad. Esta situación de se verá alterada por un nuevo estallido revolucionario que significará el final de un periodo y el inicio de una nueva etapa en la política e España, nos referimos a los suceso revolucionarios de 1868 que podrán fin a la monarquía.

En resumen, en los años en que Balmes va a realizar su labor periodística, la situación de la política española es de gran inestabilidad mientras que la Iglesia atraviesa una situación de suma precariedad, por el cercenamiento de su libertad de acción que llega a momentos de abierta persecución. La disolución de las órdenes religiosas y la amortización de los bienes eclesiásticos son los exponentes mas claro de esta política anticlerical. Como veremos mas adelante es justamente esta situación la que le lleva a Balmes a buscar soluciones políticas, propuestas desde medios periodísticos adecuados, que pongan fin a esta situación de la Iglesia tan contraria no solo a la justicia sino también al sentir mas generalizado de la sociedad española.

Movimiento católico en la Francia posrevolucionaria

El otro elemento importante para entender la obra de nuestro escritor es el movimiento católico francés del que Balmes tenia un conocimiento muy exacto y con el que tuvo intensas relaciones. Recordar alguna de sus características mas importantes nos es indispensable para nuestro propósito de caracterizar a la aportación balmesiana.

Francia después del periodo revolucionario concluido con la derrota de Napoleón se restaura la monarquía borbónica en la persona de Luis XVIII, nada menos que el hermano del rey guillotinado durante el periodo revolucionario. Durante el periodo de la restauración, que abarca el reinado de este rey y el de su sucesor, y también hermano, Carlos X, y termina con el derrocamiento revolucionario de este ultimo en 1830 , van a surgir y a desarrollar corrientes de pensamiento y movimientos sociales que van a constituir un punto de referencia obligada para todo el movimiento católico europeo de aquel periodo.

Sin embargo, la situación francesa tiene características singulares y muy diferenciadas de la española. La restauración heredó no solo la tradición de la monarquía francesa borbónica sino también algunos de los principios e instituciones que, debido a la obra política de Napoleón, habían penetrado profundamente en ciertos sectores políticos franceses. En muchos casos este cierto eclecticismo de la nueva situación política se intentaba justificar apelando a la propia tradición de Francia identificada, en este caso, con el galicanismo. Los condicionamientos políticos a que estaba sometida labor de la Iglesia, especialmente en educación, no se intentaban justificar meramente con principios jacobinos, también la propia tradición intervencionista de la monarquía francesa en los asuntos eclesiásticos, era aducida en favor de ella.

Los grandes escritores contrarrevolucionarios, Bonald. De Maistre y Lamennais, a pesar de sus innegables diferencias coincidían, en los aspectos mas esenciales. En primer lugar, en su critica de los principios filosóficos y políticos que inspiraron la Revolución francesa, contraponen, con insistencia, el racionalismo individualista, alejado de la realidad histórica, propio de la actitud ilustrada dieciochesca, con la tradición viva de un pueblo, que vivificada por la fe religiosa se constituye en la ultima y mas importante referencia de la vida social y política. Esta actitud doctrinal no es óbice para criticar con igual claridad la tradición galicana, política y religiosamente tan arraigada en la tradición francesa tanto de la monarquía como de una parte importante del clero católico.

Este “ultramontanismo” se caracterizó por afirmar la importancia de la figura del papado junto con una clara defensa de la libertad del Iglesia frente a las injerencias del poder político. Ante la política contemporizadora y ecléctica llevada a cabo durante aquel periodo su inicial entusiasmo por la restauración fue enfriándose y paso sucesivamente desde la indiferencia hasta una abierta hostilidad. Desde estos ambientes se contemplo la caída del trono borbónico como la oportunidad para diferenciar con claridad estas posiciones apologéticas y combativas de las de un legitimismo acomodaticio y ecléctico. Durante la el siguiente periodo de la monarquía orleanista desde el parlamento y desde la prensa, Montalambert y Veuillot, liderando “le parti catholique” y dirigiendo el periódico L’Univers, van a llevar a cabo una de las campañas mas decididas y eficaces en defensa de los derechos de la Iglesia en la educación.

Otro aspecto característico de este movimiento, especialmente en los autores primeramente citados es su tradicionalismo filosófico. Esta posición es fruto al mismo tiempo de una actitud critica frente al racionalismo ilustrado enfrentado a la autoridad de la fe, y el desconocimiento, tan generalizado en el clero francés de aquel momento, de la tradición escolástica, defensora de la razón iluminada por la fe.

Hemos hecho insistencia en esta características para destacar las semejanza y diferencias con la situación española que nos permitirá señalar la posición de Balmes con mayor precisión. En España el carlismo, versión propia del legitimismo, tiene una base social muy distinta a la de Francia, como consecuencia del origen religioso-político de las guerras dinásticas, una parte importante del legitimismo español sentía mas los principios doctrinales que la causa dinástica, pero al mismo tiempo la concreción dinástica de la defensa de una principios le dio consistencia política. También hay que destacar la total ausencia de una actitud regalista en el legitimismo español, tanto mas cuando el propio liberalismo justificó su injerencia en las cuestiones eclesiásticas apoyándose en una pretendida tradición regalista de la monarquía española. Finalmente la filosofía escolástica mantuvo su presencia en la enseñanza de muchos centros eclesiásticos lo que explica la menor incidencia del tradicionalismo filosófico especialmente en los ambientes eclesiásticos.

Balmes, como veremos mas adelante, trata frecuentemente de estos aspectos que hemos querido subrayar, el arraigo social del legitimismo español, hecho ineludible para cualquier solución política capaz de superar la fragilidad del trono isabelino, la actitud religiosa y “ultramontana” de los simpatizante con el carlismo, y su claro distanciamiento de las tendencias filosóficas del tradicionalismo francés.

José María Alsina Roca

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José María Alsina Roca nació en Barcelona en 1943. Graduado Social, Licenciado en Ciencias Económica y Doctor en Filosofía y Letras, especialidad Historia Moderna. Inicia su carrera docente en 1967 como profesor de Sociologia en la Facultad de Ciencias Econónomicas de la Universidad de Barcelona. Ha impartido cursos en distintas instituciones universitarias: Escuela Social de Barcelona ,Colegio Universitario Abad Oliba, Universidad Internacional Menenedez y Pelayo, Universidad Autónama de Guadalajara(México). profesor titular jubilado de Filosofia del Derecho , Moral y política en la Facultad de Filosofia de la Universidad de Barcelona .Rector honorario de la Universidad Abat Oliba-CEU de Barcelona ,Sus principales publicaciones giran en torno a cuestiones de Etica aplicada, e historia del pensamiento politico: miembro de la SITAE ( sociedad internacional Santo Tomas de Aquino) Colaborador habitual de la revista Cristiandad.. Actualmente profesor conferenciante del Instituto Santo Tomas de Aquino de la Balmesiana