
Resaquilla del 21-D. No es ni de lejos una resaca de las peores. Más bien uno se levanta con la sensación de haber asistido el día anterior a una representación bien orquestada de un falso “conflicto”. Según el discurso y comunicado oficial de la jornada, se habían reunido dos “administraciones” para mantener un diálogo para resolver un “conflicto” entre ellas. Dejando de lado que los socialistas se han mimetizado con el lenguaje etarra, llamando “conflicto” a lo que es “delito”, Conviene esbozar unos apuntes sobre la farsa del 21-D.
En primer lugar, no hay conflicto entre dos administraciones. En todo caso hay una administración que está enferma -la estatal- que en su dimensión autonómica sufre una hipertrofia cancerígena. Es como sí dijéramos de un enfermo de cáncer que su cuerpo tiene un conflicto con el tumor afectado. No, se trata simplemente de un hombre enfermo. Y España es un cuerpo enfermo en lo material y en lo psíquico. Muchos síntomas de enfermedades mentales se reflejan en las alucinaciones y en las falsificaciones de la realidad y eso es lo que nos está ocurriendo. Todo es una farsa y aún hay gente que se la cree.
Es como sí dijéramos de un enfermo de cáncer que su cuerpo tiene un conflicto con el tumor afectado. No, se trata simplemente de un hombre enfermo. Y España es un cuerpo enfermo en lo material y en lo psíquico.
Farsa fue la huelga de hambre de los golpistas del PDeCAT, presos en Lledoners. Con sus batidos nutricionales, aprovecharon para realizar una dieta que acabó en cuanto llegó el 21-D. Esta no será precisamente una de las huelgas de hambre que pase a la historia política. Fue farsa el encuentro de Pedro Sánchez y Quim Torra la tarde del jueves 20 de diciembre en el Palacio de Pedralbes. Fue puro simulacro porque sólo hablaron de cómo podían mantenerse los dos en el poder, a pesar de su situación parlamentaria más que precaria. También esa tarde se demostró que con unos pocos Mossos, se pudo impedir que unos cientos de manifestantes cortaran la Diagonal esa tarde. ¿Por qué no lo impiden entonces siempre?
Farsa fue la imagen creada por los CDRs de que Cataluña ardería el 21-D y de que se tomaría la bastilla. Las fuerzas separatistas no se rindieron ante la policía, sino ante las incipientes vacaciones y el puente navideño. Las innumerables abuelitas que tricotean lazos amarillos en los locales parroquiales y llevan sus lazos amarillos a Misa, no estaban para muchas carreras por la Vía Layetana, así que se quedaron solos unos jovenzuelos con nada más interesante que hacer. La jornada debía acabar con un fulminante asalto nocturno al Parlament de Catalunya, pero a las 22 h. la jornada se dio por concluida y todos marcharon a casa a ver TV3. Muchos debieron llegar pronto, pues nunca se había circulado tan bien por Barcelona a pesar de la amenaza de colapsar totalmente la ciudad.
La jornada debía acabar con un fulminante asalto nocturno al Parlament de Catalunya, pero a las 22 h. la jornada se dio por concluida y todos marcharon a casa a ver TV3.
Farsa fue el Consejo de Ministros en la Ciudad Condal. Se aprobó un aumento del salario mínimo interprofesional que, la verdad sea dicha, no pareció interesarle a nadie. En la rueda de prensa posterior se simuló -con una mera declaración verbal- la anulación de la condena militar de Companys. Y como no iba ser menos, Sánchez guardaba un conejo en la chistera: renombrar el aeropuerto de Barcelona con el icónico nombre de Josep Tarradellas. Peor idea imposible pues no cayó nada bien entre los separatistas. Tarradellas fue uno de los enemigos declarados del pujolismo, pero también en 1936 fue cooperador necesario en múltiples asesinatos cometidos en la Cataluña de Companys. Para colmo a los republicanos catalanes de hoy, les han hecho tragar con el nombre de un personaje que aceptó el título de Marqués por parte de Don Juan Carlos. Ya tenemos así el aeropuerto “Marqués de Tarradellas”.
Todo fue farsa, excepto la frase que pasará a la historia para describir la jornada del 21-D. La soltó un Mosso d´Escuadra a un manifestante: “Què República ni què collons … La República no existeix idiota”. La única gran verdad de esta artificial efeméride separatista.
Javier Barraycoa