
“Ay de aquel que escandalice a uno de estos mis pequeños, mas le valdría que le ataran al cuello una piedra de molino y lo arrojaran al mar”…
La virginidad, la pureza de vida, la inocencia… es la virtud que nos hace ser LIMPIOS DE CORAZÓN ANTE DIOS, y por lo tanto, prestos a recibir de Él lo divino, lo santo, lo oculto a los hombres que buscan sus placeres, honras y oscuridades.