
Durante el breve período que abarca desde el 1 de agosto de 1841 hasta el 15 de febrero de 1843 se publica en Barcelona, con una periodicidad quincenal, la revista titulada La Civilización.. La revista fue obra de una estrecha colaboración entre Balmes, Roca y Cornet y Ferrer y Subirana, a pesar de la diversidad de procedencia y de actitudes, tanto doctrinales como políticas, entre Balmes y los demás colaboradores.
Al iniciarse el proyecto de la nueva revista, Balmes se había dado ya a conocer como escritor de temas religioso-políticos, consecuencia de los dos opúsculos que ya había publicado. El primero de ellos, titulado:
“Observaciones sobre los bienes del clero” lo publicó a principios de 1840 aprovechando la efímera presencia de los moderados en el poder, con la intención de influir en una posible solución del problema creado por la política desamortizadora del Gobierno. En el segundo opúsculo, «Consideraciones políticas sobre la situación de España», publicado en agosto del mismo año, Balmes se revela como un escritor político de envergadura por la penetración de sus análisis sobre la situación social y política española.
En este opúsculo encontramos ya algunas de las constantes de su actitud política, la crítica del partido moderado y, sin embargo, sus expectativas en torno a un sector de este mismo partido con las esperanza de que fuera el núcleo que hiciera posible dar un nuevo rumbo a la política española; y el contraste entre la falta de resonancia que han generado los principios del moderantismo y la vitalidad y fuerza que ha demostrado el pueblo español en situaciones críticas como se puso de manifiesto durante la guerra de la Independencia y también en la contienda dinástica.
Roca Cornet y Ferrer Subirana pertenecían a aquel sector del partido moderado del que Balmes esperaba pudiese llegar a aceptar aquellos principios profundamente arraigados en la sociedad española y que estaban centrados alrededor de la monarquía y la religión.
Roca Cornet había sido redactor jefe de un periódico tan característico como era el Diario de Barcelona. Mientras que Ferrer Subirana, catedrático interino de la Universidad de Barcelona se encontraba, en aquellos momentos, alejado de sus tareas universitarias, al haber sido expulsado por motivo políticos, junto a Santpons y Ramón de Eixalá, con ocasión de la llegada al poder de los progresistas por su condición política de moderados. Su actividad periodística se había desarrollado inicialmente en las paginas del periódico La Paz sucesor del El Vapor, representantes ambos de los tímidos intentos de hacerse eco de las nuevas corrientes románticas de origen francés.
La idea de fundar una nueva revista de carácter político-religioso partió de Ferrer Subirana y Balmes. Puestos en contacto con Roca Cornet, y dadas las características de la revista que dirigía este último, llevaron a cabo la idea de fundar La Civilización presentándola como una continuación de La Religión. En el primer artículo que se publicó de Roca Cornet, señalaba esta continuidad entre las dos revistas subrayando que, a partir de entonces, gracias a los nuevos colaboradores, tendría una mayor diversidad de temas tanto religiosos como políticos. Las líneas temáticas de la nueva publicación eran definidas por Roca y Cornet con las siguientes palabras:
«La Civilización vendrá a ser una especie de curso de ciencias religiosas y sociales, amenizada con la noticia de todos los sucesos contemporáneos de todos los adelantos de la inteligencia de todos los progresos de la literatura y de aquella parte de la ciencia política que sin halagar las ciegas ambiciones de partido, se limita a descubrir a los ojos del filósofo la marcha de la Europa civilizada.»
La estructura básica de la revista está formada por tres artículos de temática político-religiosa, fílosófica-religiosa, y jurídica firmados por Balmes, Roca Cornet y Ferrer Subirana respectivamente. Junto a estos artículos aparecen algunas colaboraciones ocasionales, entre las que destacan las de personalidades tan significativas como Milá y Fontanals y Rubio y Ors. Al final de cada número se publica algún documento o noticia referente a diversas situaciones políticas o religiosas tanto de España como del extranjero.
En la primera serie de artículos que publica Roca y Cornet, con el título «La Religión considerada como base de la civilización» está dirigida a demostrar, siguiendo las líneas doctrinales de los apologistas franceses, cómo en la civilización occidental ha estado íntimamente unido la extensión del cristianismo con su progreso moral. La coincidencia de sus tesis doctrinales con las nuevas corrientes apologéticas que han surgido en otros países europeos es señalada explícitamente por Roca y Cornet.
«Nosotros nos proponemos registrar, descubrir a la faz del mundo, estos mismos anales, esos testimonios irrecusables del poder civilizador del cristianismo y unir nuestra débil voz al gran concierto de los sabios modernos que le acatan como el único e inmortal principio vivificador de las sociedades humanas.»
Otra serie de artículos significativos de la actitud de Roca Cornet son los dedicados al estudio de la filosofía de Lamennais. En La Religión ,en sus primeros números, se había ya ocupado de este autor, en la actualidad cuando Lamennais se ha apartado de la Iglesia católica, la situación es compleja y motivo de polémicas contradictorias.
Sus nuevos apologistas «pretenden sostener que este hombre extraordinario no ha mudado en el fondo ni de principio ni de plan». Frente a esta interpretación, otros se declaran igualmente adversarios de sus primeras convicciones y de sus ideas actuales, calificándolo como un hombre que ha evolucionado de uno a otro extremo. Mientras que en su primera etapa intentaba reconstruir la teocracia universal ahora defiende con el mismo ardor la omnipotencia popular como principio básico para fundamentar el nuevo orden religioso y político que va a alumbrar la nueva época.
Roca Cornet señala cómo a pesar del cambio de actitudes experimentadas en el transcurso de la vida de Lamennais, podemos encontrar en sus primeras obras los principios filosóficos que le llevaron años más tarde a su apostasía. En su primera etapa Lamennais, al denunciar el espíritu de frialdad e indolencia de su época, logró despertar a muchos espíritus del mortal letargo en que yacían, animándoles a entrar en combate por el triunfo del espíritu religioso en nuestra sociedad actual, ahora, ya no busca en el seno de la Iglesia la salvación de la sociedad, sino que sueña en la contemplación de un cierto movimiento providencial que arrastra a la multitud y precipita a las masas más allá de lo que él llama el carril teológico. Por ello Lamennais afirma en estos momentos: «El viejo mundo se disuelve; extínguense las viejas doctrinas; la religión del porvenir arroja ya sus primeros crepúsculos sobre el género humano en expectación y sobre sus futuros destinos».
Lamennais, ya en su primera etapa cuando pretendió dar fundamento filosófico a su obra apologética, formuló el principio del consentimiento universal del género humano como base de toda verdad. En el nuevo libro «Bosquejo de una nueva filosofía», objeto de análisis en este artículo de Roca Cornet, el principio del consentimiento universal es formulado del siguiente modo: «La razón es para el hombre aquello que tiene el asenso de la razón común». De este modo su posición filosófica tradicionalista le lleva a una tener un actitud radicalmente critica frente a la razón individual que da lugar a reconocer exclusivamente a la razón común universal como base de la certeza humana política y religiosa. Este fundamento «democrático» de su filosofía y teología servirá de hilo conductor en las dos etapas de su vida.
La perspectiva política en que se sitúa Roca y Cornet queda especialmente reflejada en dos series de artículos, tituladas «Ojeada filosófica sobre la situación de España» y «Escritos políticos». La constante afirmación de apartidismo político y la necesidad de enjuiciar los fenómenos políticos desde el punto de vista del pensamiento, constituirá el leitmotiv de estos artículos. El análisis de la situación política que hace Roca Cornet, contrasta con el profundo realismo de los escritos de Balmes. Su intento de superar las dos escuelas o partidos que habían caracterizado a España los últimos años, le hace caer en un eclecticismo doctrinario del que explícitamente afirma se encuentra muy alejado. Para Roca Cornet, España está dividida en dos partidos, los unos, fijos los ojos en el otro mundo, repudian cualquier novedad por el mero hecho de serlo, su única argumentación se fundamenta en la autoridad y poder de la tradición, su actitud ante las nuevas doctrinas que han ido apareciendo en España, ha sido la del desconocimiento o prohibición.
En el otro extremo las nuevas doctrinas que aparecieron súbitamente en España y sin tener en cuenta el carácter de los españoles y su propia historia, pretendieron desvirtuar de un solo golpe todo el pasado, y desarraigar las convicciones antiguas como único medio posible para que penetraran las nuevas ideas. La intolerancia, falta de libertad, de discusión y de prensa han caracterizado también a los políticos de esta escuela. Éste es el panorama que presenta Roca Cornet de la situación española. . Sin embargo, a pesar de señalar la diametral oposición de las ideas y principios que sustentan estas dos escuelas, que se ha visto reflejada en la permanente lucha civil que ha caracterizado el presente siglo y la constante amenaza de que vuelva a repetirse, cree que el único remedio a esta situación será el paso de los años que llevarán necesariamente a depurar las doctrinas y actitudes de ambos bandos y lograr que tales diferencias se vayan eliminando a través del tiempo.
A pesar de las repetidas afirmaciones que hace Roca Cornet sobre su actitud política apartidista, sus escritos revelan claramente la procedencia, social y periodístico del partido moderado. Por otro lado la constante acusación acerca de la falta de personas que estuviesen intelectualmente preparadas para combatir las nuevas doctrinas, refleja la admiración que profesaba por el movimiento tradicionalista francés, que no había tenido paralelo en España.
Las contradicción entre sus formulaciones doctrinales y determinados juicios sobre la realidad política reflejan la impronta romántica recibida ,en parte, a través del tradicionalismo contrarrevolucionario francés, Afirma repetidamente la esterilidad e imposibilidad de conciliación de los principios opuestos que caracterizan nuestra sociedad moderna, y al mismo tiempo señala frecuentemente sus esperanzas acerca de una futura conciliación entre ambas actitudes. Esta actitud romántica queda reflejada en unos artículos dedicados a lord Byron, en los que enjuicia negativamente las consecuencias sociales, y sobre todo religiosas que ha tenido la literatura romántica, al mismo tiempo que no puede ocultar, y así lo afirma explícitamente, su profunda simpatía hacia ellos.
«Si la filosofía humana lanzó ya contra todos vosotros ese anatema de proscripción, no os arrojaría indistintamente de la sociedad como aquel severo moralista, porque mi corazón es vuestro y mi pecho ha latido siempre de entusiasmo al oír vuestros cantos. No tengo derecho alguno a daros preceptos sino a admiraros; lo tengo, empero, como otro cualquiera, para mostraros con el dedo la senda de la verdadera gloria.»
José Ferrer Subirana se puede considerar como uno de los autores españoles más significados por su adscripción hacia el tradicionalismo filosófico. En 1842 publicó una antología sobre Bonald dirigido a presentar en lengua española los puntos principales del pensamiento de este autor.
Su colaboración en la revista se centrará en el estudio de las relaciones existentes entre el orden jurídico y el orden social. desde la perspectiva bonaldiana También es de destacar la influencia romántica. Como es patente en un artículo titulado «De la nacionalidad», en él se puede constatar el trasfondo sentimental y romántico característico de algunas actitudes nacionalistas contemporáneas. Para Ferrer y Subirana el nacionalismo es, ante todo, un sentimiento alimentado por la historia, fuente de inspiración y de vida para los pueblos. En la sociedad actual este sentimiento se ha ido debilitando a causa de haber sido substituido por las ambiciones de los distintos partidos que se han sucedido en el poder. En España este nacionalismo, tan exaltado en épocas anteriores, también ha ido desapareciendo como consecuencia de las circunstancias políticas. La reciente contienda civil es reflejo de la pérdida de un núcleo común que alimentase y dirigiese estos sentimientos, a esto hay que añadir los repetidos intentos de los reformadores políticos para que en España se adoptaran como propias las formas políticas, costumbres y cultura de otros países, especialmente de Francia e Inglaterra. Veamos un fragmento de este artículo en el que con un lenguaje grandilocuente y romántico define lo que es la nacionalidad.
«La nacionalidad es el amor a nuestro país; amor hijo del celo, inspirado por el entusiasmo, sostenido por el noble orgullo, alineado de gloria, rodeado de timbres y ceñido de laureles. La nacionalidad es la adoración de la patria, el culto a nuestra nación; y para que esta adoración sea religiosa y sincera, para que este culto embriague el alma; preciso es que el ídolo tenga algo que nos arrebate y nos entusiasme, algo que forme nuestras delicias y acaricie nuestra vanidad.»
Ferrer y Subirana, aunque nunca tuvo una actividad política destacada, era considerado como un hombre del partido moderado. Por este motivo, como hemos indicado anteriormente, fue expulsado de la cátedra de Derecho que regentaba interinamente en la Universidad de Barcelona. En sus escritos políticos aparecidos en La Civilización es muy clara la influencia que había ejercido Balmes sobre su pensamiento, de tal manera que sus artículos son ,en general, una repetición de los temas políticos más nucleares en Balmes, aunque matizados por su mayor simpatía hacia el partido moderado.
La realidad política española está constituida, según Ferrer Subirana, por tres partidos: el carlista, el moderado y el progresista. Ninguno de ellos tiene las dotes necesarias que posibiliten un poder político estable basado en el consenso nacional. Las causas de esta impotencia varían según cada partido. El partido carlista y el progresista, a diferencia del partido moderado, tienen base popular, el primero en la España agraria y el segundo en las ciudades industriales. Pero ninguno de ellos tiene aquellos dos elementos que en su consideración son la base de un Gobierno estable: la riqueza y el saber. En el carlismo, sin embargo, se encuentran principios y tradiciones antiguas, que si bien no son suficientes para el Gobierno tendrían que formar parte de él junto con otros elementos y «bajo el espíritu del siglo». Sus esperanzas se dirigen hacia el partido moderado, aunque reconoce que su falta de arraigo popular le impide poder gobernar de una forma estable y duradera.
«El partido moderado tiene el ascendiente moral que da la inteligencia y la propiedad, si bien que como joven carece del prestigio de los años y de las tradiciones fuertes y de esas creencias arraigadas por el tiempo, de que abundan el partido carlista; mas en vano busca apoyarse en las masas; ni tiene la de los pueblos ni la de las ciudades; ni las de la antigua España cuyo símbolo es la religión y el Rey, ni las de la España reciente cuyo grito es la libertad y el progreso.»
La colaboración de Balmes en la revista tiene unas características diferenciales, respecto a los otros colaboradores. En sus temas doctrinales encontramos un planteamiento crítico frente al tradicionalismo filosófico que dará lugar a una mayor originalidad e independencia de su pensamiento. Por otro lado, como señala el P. Casanovas, sus artículos tenían un carácter más práctico y un decidido interés por ocuparse e influir en la realidad política española. Estas divergencias explican la corta vida de la revista, al separarse Balmes y fundar sucesiva mente La Sociedad y El Pensamiento de la Nación en las que, bajo su única responsabilidad, pudo desarrollar con plena libertad sus planteamientos doctrinales y políticos. Para una mayor claridad en el análisis de esta colaboración dividiremos su estudio en tres tipos de artículos según su contenido temático: doctrinales, religiosos y políticos.
José María Alsina Roca