
Maldito seas, liberalismo,
que has emponzoñado el orbe
de duda y confusionismo.
Edificado sobre arenas movedizas,
a quien atrapas succionas
en tus venenosas entrañas
dándole una falsa ilusión de luz
que es la antesala del Infierno.
La libertad, descocada
reina de tu fiesta,
has convertido en ramera
cuyas manos libidinosas
transforman lo que tocan
en pecado y en delirio.
Sí, liberal, ya sé que estás afilando
tu sonrisilla soberbia,
sonrisilla que a Satán
regocija mientras te observa.
«Uno más ‒se dice‒, otro más
que me llevo al abismo».
Andrés García-Carro