
“De unos 22 años de edad, una hermosa mujer de la clase baja del pueblo”. Así la describió un testigo inglés que la vio. “Su apariencia es dulce y femenina, su sonrisa encantadora. Por su rostro nadie podría imaginar que condujo tropas a través de sangre y matanza”. La joven Agustina Saragossa y Doménech, nacida en Barcelona en 1786, cuyos padres eran de Fulleda, Lérida, se convirtió en el símbolo de la resistencia española contra Napoleón.
Casada con el cabo artillero Juan Roca, se encontraban en Zaragoza en 1808 cuando esta ciudad tuvo que afrontar la durísima prueba de defenderse del asedio del ejército napoleónico. El 2 de julio de 1808 Agustina se convirtió en protagonista. Ese día después de un gran bombardeo artillero, los franceses lanzaron un asalto general contra la ciudad, avanzando en 7 columnas. En la puerta del Portillo, los artilleros españoles huyeron asustados ante lo que parecía un asalto imparable.
Por un momento Zaragoza pareció perdida. Pero surgió Agustina. Hasta ese momento junto a otras mujeres se ocupaba de llevar agua a los artilleros ante el intenso calor. Cogió la mecha ardiente de manos de un artillero moribundo y disparó un enorme cañón de 24 cargado de metralla contra los franceses. Al avanzar la columna principal en formación cerrada el disparo les alcanzó de lleno y les causó una carnicería terrible. A continuación de pie junto al cañón animó a los hombres al combate reprochándoles que se escondieran asustados mientras las mujeres luchaban.
Animados por ella, los hombres volvieron al combate y detuvieron otro ataque francés. Es muy posible que con su gesto heroico en un momento crucial, Agustina impidiera la caída de Zaragoza aquel día, haciendo posible que Zaragoza siguiera resistiendo otros 6 meses más. El general Palafox, líder de la defensa, la nombró subteniente de artillería.
Testigos la describen vestida con enaguas y una casaca militar de soldado. Su fama llegó a toda España y traspasó fronteras. El famoso escritor inglés Lord Byron incluso la convirtió en heroína romántica en su obra. “Peregrinaje de Childe Harold”
Después de la guerra, viuda, se casó con un aristócrata, el barón de los Cobos de Belchite. Murió en Ceuta en 1857. En 1908 durante la conmemoración del Centenario de la gesta zaragozana se la enterró con honores militares en la iglesia de Nuestra Señora del Portillo de la capital aragonesa. Fue una catalana universal, de esos catalanes que precisamente por ser “universales” están olvidados por la Cataluña oficial de hoy en día. Pero la Historia de España y de Europa sigue recordando a Agustina y admirándola.
Como anécdota se puede añadir que a principios de los 90 el escritor Juan Goytisolo pidió en un artículo publicado en un periódico catalán que Barcelona dedicara un gran monumento a Agustina de Aragón. No fue escuchado.
Rafael María Molina. Historiador
Fuente: “La maldita guerra de España. Historia social de la Guerra de la Independencia.1808-1814.” Ronald Fraser. Editorial Crítica. 2006.