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La blasfemia según san Alfonso M de Ligorio

Dios abomina todos los pecados; pero, especialmente, el de la blasfemia pues si bien los demás pecados le deshonran indirectamente, quebrantando su ley, la blasfemia le deshonra directamente, maldiciendo su santo nombre.

CUAN GRANDE PECADO ES LA BLASFEMIA

1. ¿Qué es la blasfemia? Es un dicho injurioso contra Dios. ¿Con quién se las ha el hombre cuando blasfema? Se la ha directamente con el mismo Dios Los demonios tiemblan al oír el nombre de Cristo, exclama San Gregorio Nacianceno, y ¿cómo no temblamos nosotros de injuriarle? El vengativo se las ha con un igual suyo; mas el que blasfema, quiere vengarse de Dios mismo, que hace o permite aquella cosa que disgusta al hombre blasfemo.

El que ofende al hombre, ofende a la imagen de Dios; pero el blasfemo ofende al mismo Dios. Si un hombre peca contra otro, se puede alcanzar de Dios el perdón, más si peca contra Dios, ¿quién rogará por él? (I. Reg. II, 25). Con efecto, es tan enorme el pecado de blasfemia, que parece que ni los mismos santos están dispuestos a interceder a favor de un blasfemo.

2. Además: las bocas sacrílegas blasfeman contra un Dios que las sostiene. ¿Tú te atreves a maldecir a Dios, que te llenó de beneficios y te conserva? Señal es que ya está uno de tus pies en el Infierno, y que si Dios no te conservase la vida por su divina misericordia, estarías ya condenado para siempre; y en lugar de darle gracias, le maldices al propio tiempo que Él te está llenando de beneficios.

¡Oh lengua diabólica! exclama San Bernardo de Sena, ¿qué cosa te irrita hasta el punto de blasfemar de tu Dios, que te creó y redimió con su sangre? Algunos blasfeman hasta de Jesucristo, que murió por su amor en una cruz; siendo así que, aunque no estuviésemos condenados a morir, deberíamos desear morir por amor a Jesucristo, para mostrar, de algún modo, nuestro agradecimiento a un Dios que dio su vida por nosotros. Los judíos azotaron a Jesucristo, pero no le azotan menos los malos cristianos con sus blasfemias. Otros han blasfemado contra la Santísima Virgen María, Madre de Dios, que tanto nos ama, y que siempre está rogando por nosotros: sin embargo, alguno de esos hombres malvados han sido castigados terriblemente por Dios. Refiere Surio (en el día 7 de agosto) que un impío blasfemó de la Virgen, y en seguida hirió con un puñal su santísima imagen que estaba en una iglesia; pero, al punto que salió de allí, cayó un rayo y le redujo a cenizas. El infame Nestorio, que había blasfemado también y movido a otros a blasfemar de María santísima, diciendo que no era verdadera Madre de Dios, murió desesperado con la lengua comida de gusanos.

3. Y ¿quién es el blasfemo? Un cristiano, uno que ha recibido el santo Bautismo, por el cual quedó consagrada su lengua. Se pone dice un santo doctor, sal bendecida en la lengua del que va a ser bautizado, para que la lengua del cristiano quede consagrada y se acostumbre a bendecir a Dios. Y ¿es posible, que esta misma lengua se convierta después en una espada que traspase el corazón de Dios? San Bernardino: ningún pecado contiene tanta malicia como la blasfemia. Del mismo modo se explicó San Jerónimo, diciendo que: Cualquier otro pecado es leve, comparado con la blasfemia. Y aquí debemos advertir, que la blasfemia contra los santos y los cosas santas, como la misa, los sacramentos, los misterios, etc., son de la misma especie que las blasfemias contra Dios, que es la fuente de la santidad.

4. Decimos, pues, con San Jerónimo, que la blasfemia es un pecado más grave que el hurto y que el adulterio, porque como todos los otros pecados como dice San Bernardino, dimanan, o de la fragilidad, o de la ignorancia; pero el pecado de la blasfemia proviene de la propia malicia. Porque, en efecto procede de una mala voluntad y de cierto odio concebido contra Dios; y así, el blasfemo se hace semejante a los réprobos, los cuales blasfeman con el corazón, maldiciendo la divina justicia que los castiga. Llama un autor a la blasfemia, lenguaje del Infierno, diciendo que: el demonio habla por la boca de los blasfemos, así como Dios habla por la boca de los santos. Podemos decir del blasfemo: Tu eres del Infierno, y verdadero discípulo de Lucifer, porque hablas el lenguaje de los condenados. Escribe San Antonio, que los condenados en el Infierno no se ocupan en otra cosa que en blasfemar y maldecir a Dios. Y en prueba de esto, aduce el texto del Apocalipsis: Y se despedazaron las lenguas en el exceso de su dolor, y blasfemaron del Dios del Cielo. San Antonio, en fin, añade que el que tiene el vicio de blasfemar, pertenece, aún en ésta vida, a la clase de los réprobos, cuyas funciones desempeña.

5. A la malicia de la blasfemia, debemos añadir el escándalo, que, de ordinario, causa este infame pecado por cuanto suele siempre cometerse externamente y en presencia de otros. Pero ¿cómo sucede que en ciertas provincias no se oye blasfemar a ninguno, o se oye raras veces; y en otras, al contrario, reina escandalosamente la blasfemia. Por las plazas, por las casas, por las ciudades, y por las aldeas, no se oye otras cosas que blasfemias pues los unos aprenden de los otros; los hijos de los padres, los criados de los amos, los jóvenes de los ancianos. Especialmente en ciertas familias, parece que el vicio de la blasfemia pasa por herencia de padres a hijos: el padre es blasfemo y por esto lo son después los hijos, los nietos y todos sus descendientes. ¡Oh padre maldito, causa de tanto mal, que en vez de enseñar a tus hijos a bendecir a Dios, les enseñas a blasfemar de Dios y de sus Santos!

Hay algunos padres que castigan bárbaramente a sus hijos, si no hacen al punto lo que les mandan; empero, si les oyen blasfemar de los Santos, o se ríen, o no los reprenden. San Gregorio refiere: que un niño de cinco años, hijo de un noble romano, acostumbraba a poner en ridículo el nombre de Dios, y que el padre no le reprendía. Un día que se vio el niño asaltado por ciertos hombres negros, y, espantado, corrió a los brazos de su padre; pero aquellos hombres negros eran demonios salidos del Infierno, le mataron entre los brazos del padre, y se lo llevaron al abismo.

CON CUANTO RIGOR CASTIGA DIOS EL PECADO DE LA BLASFEMIA

Y por boca de Job dice Dios: Si imitas la habla de los blasfemos, serán tus propias palabras y no yo, las que te condenarán. (Job. XV, 5 et 6). Dirá pues el Señor al tiempo de condenarle: No soy yo quien te condena al Infierno, sino tu misma boca, con la que te atreviste a maldecirme a mí y a mis Santos. Los infelices blasfemos seguirán blasfemando en el Infierno para mayor tormento suyo; porque las mismas blasfemias les recordarán sin cesar, que por este pecado se perdieron para siempre.

7. Mas los blasfemos, no solamente serán castigados en el Infierno, sino también en éste mundo. Y todavía se queja y se lamenta el blasfemo de lo que le sucede: “Yo no sé en qué consiste, dice, pero me veo siempre en la mayor miseria. Alguna excomunión ha caído sobre mi casa”. La verdadera excomunión es la maldita blasfemia que siempre tiene en la boca: ésta es la que te hace estar siempre pobre y maldecido de Dios.

8. ¡Cuántos ejemplos pudiera yo citaros de hombres blasfemos que han tenido una muerte desastrada! Cuenta el P. Segneri (Tom. 1, pág. 8), que dos hombres que habían blasfemado de la sangre de Jesucristo en la Gascuña, fueron muerto en una riña poco después, y despedazados por lo perros. Un habitante de Méjico, reprendido por sus blasfemias, respondió: “En adelante he de blasfemar más”; pero aquella misma noche su lengua quedó pegada al paladar, y murió el infeliz sin dar señales de arrepentimiento. Omito otros muchos casos terribles por no molestar, y que podréis leer en el libro Contra la blasfemia del Padre Sarnelli.

9. Para concluir, decidme, blasfemos que me escucháis ¿qué utilidad sacáis de esta detestable costumbre? Ella no os proporciona placer alguno, porque como dice el cardenal Belarmino, es un pecado sin placer. Ella no os enriquece, porque las riquezas huyen de los blasfemos. Tampoco os acarrea honor, porque cuando blasfemáis, llenáis de horror a cuantos oyen, aún a aquellos mismos que tienen la misma costumbre de vosotros, pues todos os llaman boca de condenado. Decidme, pues, ¿porqué blasfemáis? -Padre es una costumbre. ¿Y creéis que la costumbre os excusará delante de Dios? Si un hijo apalease a su padre, y le dijese después: Padre mío, perdonadme, porque esto es una costumbre, ¿os parece que su padre le excusaría? Decís que blasfemáis por la cólera que os excitan los hijos, la mujer o el amo. Más ¿es cosa justa que descarguéis contra Dios y sus Santos, la cólera que aquellos causaron?

Pero el demonio me tienta, añade el blasfemo. Si el demonio te tienta, haz lo que hacía cierto joven, que viéndose tentado de la blasfemia, fue a pedir consejo al abad Pemene, quien le dijo: que cuando el demonio le volviese a tentar le respondiera: ¿Y para que he de blasfemar de aquel Dios que me crió y me hizo tanto bien? Yo quiero alabarle y bendecirle sin cesar. Y con esta medicina, el demonio dejó de tentarle. Cuando sientas algún rapto de cólera, ¿no puedes desahogarte con otras palabras que no sean blasfemias? Por ejemplo Maldito sea el pecado; Señor, ayudadme; Virgen María dadme paciencia. Y si hasta ahora has tenido el vicio de blasfemar, desde hoy en adelante, renueva cada día, al tiempo de levantarte, el propósito de hacerte violencia para no blasfemar, y además, rezarás a María Santísima tres Aves Marías, para que te ayude a conseguir la gracia de resistir a las tentaciones de blasfemia que te asalten. Sí católicos, detestad este vicio, que os conduce al Infierno, y os hace ingratos contra el mismo Creador, que os dio la vida, y contra Jesucristo, que os redimió con su preciosa sangre. De este modo evitaréis la mala muerte que os espera si continuáis blasfemando, y disfrutaréis de la gloria de Dios por toda la eternidad. Amén.

2 Comentarios

  1. Mensaje del LIBRO DE LA VERDAD de la Santísima Virgen María:

    Miércoles 21 de Noviembre, 2012

    Hija Mía, todos mis hijos que aman a mi Hijo, deben unirse en oración en este tiempo de lucha en el mundo.

    Vosotros debéis orar para que esas pobres almas que continúan crucificando a mi Hijo, se alejen del pecado y le supliquen que les perdone.

    El tiempo es corto y sólo los que están en estado de gracia pueden entrar al Reino de mi Hijo.

    Antes, se necesitaron muchos años de oración, sacrificio y devoción hacia mí, vuestra Madre Bendita; ahora, en cambio, sólo tendréis un tiempo muy corto para buscar vuestra redención.

    Orad intensamente, mis pequeños, por aquéllos que insultan a mi Hijo y por quienes deshonran a Mi Padre, Dios Altísimo.

    Muchos han dado la espalda a Dios. El Maligno ha conseguido convertir sus corazones en piedra.

    Muy pocos honran la vida, la cual fué dada a los hijos de Dios. Vuestras vidas están en las Manos de Dios. Cualquiera que interfiera con la Creación de Dios, será castigado.

    Hija mía, debéis llamar a todos los que han recibido el Libro de la Verdad para que en oración, se dirijan a Mí, Madre de la Salvación. Pues me ha concedido la tarea de ayudar a mi Hijo en la redención de la humanidad.

    Hijos, permitidme ayudaros para ver el camino hacia Mi Hijo con claridad y amor en vuestros corazones.

    Yo os ayudaré a superar cualquier obstáculo, que bloquee vuestro camino hacia la Misericordia de mi Hijo.

    Por favor, recordad que mi Hijo lo perdona todo. Él ama a todos los hijos de Dios, sin importar cuanto lo atormentan.

    Todo lo que tenéis que hacer es acudir a Él y pedir Su Misericordia para estar cerca de Él.

    Orad, orad, orad por todos aquellos que han ofendido a mi Hijo y que han profanado Sus Iglesias, porque ellos necesitan de vuestra ayuda.

    Ellos son almas extraviadas y deben ser traídas de vuelta al seno de mi Hijo. De lo contrario esto le rompería Su Corazón.

    Os agradezco por haber respondido a este llamado del Cielo.

    Vuestra amada Madre,

    Madre de la Salvación

    Leer más: http://m.elgranaviso-mensajes.com/news/a21-nov-2012/

  2. Cruzada de Oración 169 – Oración para pedir la salvación de los que rechazan a Cristo

    Queridísimo Jesús, por Tu compasión y misericordia, te ruego por la salvación de aquellos quienes te han rechazado; quienes niegan Tu existencia; quienes deliberadamente se oponen a Tu Santa Palabra y cuyos corazones amargos han envenenado sus almas en contra de la Luz y la Verdad de Tu Divinidad.

    Ten piedad de todos los pecadores.

    Perdona a los que blasfeman contra la Santísima Trinidad y ayúdame, a mi manera, y a través de mis sacrificios personales, acoger dentro de Tus Amorosos Brazos, a los pecadores que más necesitan de Tu Misericordia.

    Te doy mi promesa, a través de mis pensamientos, mis acciones y la palabra hablada, de servirte lo mejor que pueda en Tu misión de Salvación Amén.

    Mehr Infos: http://m.internetgebetskreis.com/news/cruzada-de-oracion-137-170/

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