
El régimen de Franco, como régimen autoritario que fue –en ningún caso totalitario, ni mucho menos dictatorial–, no toleró el uso político del catalán, faltaría más –no como ahora estúpidamente no sólo se ha permitido, sino amparado–, pero menos aún dudó en apoyar su uso cultural, ni impidió nunca el vehicular, ni su enseñanza, en contra de lo que ahora falsamente se afirma.
Durante el régimen del Gral. Franco se crearon numerosos y prestigiosísimo certámenes culturales, la mayoría de los cuales aún siguen activos, para premiar obras elaboradas en catalán –prueba de lo que hemos dicho sobre su no prohibición ni persecución–, como el “Rafael Campalans”, destinado a estudios sociales; el “Amadeu Oller”, para poesía inédita; el “Folch i Torras”, el “Ruyra” y el “Sagarra”, para teatro; el “Nova Terra”, para el mundo del trabajo; el “Carles Cardó”, para ensayos religiosos; el “Blanquerna”, para ensayos educativos y el “Fundación Huguet”, para lengua.
Junto a ello, citaremos a continuación una cronología, no exhaustiva, de la profusión con que la literatura en catalán proliferó durante aquel régimen, algunas de ellas sorprendentemente tempranas:
1942. Aparece el libro “Rosa mística” de Mossén Camil Geis, editado en Sabadell en catalán.
1944. Josep Vergés fundador de “Destino” en 1939 junto con Ignacio Agustí y el poeta Joan Teixidor, establecen en Enero de 1944 el premio “Eugenio Nadal” que daba a conocer a la joven Carmen Laforet y a su novela “Nada”. De tal galardón saldrían Miguel Delibes, Ana María Matute, Rafael Sánchez Ferlosio o Carmen Martín Gaite.
1945. Con apoyo y subvención del Gobierno se celebra el centenario de Mossén Cinto Verdaguer.
1947. Se otorga el premio “Joan Martorell” para novela en catalán. Son premiados Celia Suñol por su novela “Primera Part”; y “El cel no és transparent”, de María Aurelia de Campmany.
1947. Se crea el premio “Ciudad de Barcelona”.
1949. Para narraciones cortas se crea en la Casa del Libro el premio “Víctor Català”, así como los premios “Aedos” para biografías, “Josep Ysart” para ensayos y el “Ossa Menor” que ideó el gallego-catalán José Pedreira, cambiándose luego el nombre por el de “Carles Riba” a la muerte de éste.
1951. Se otorga un premio a la poesía en catalán con la misma cuantía económica que a la española. Posteriormente el premio se amplia a otras actividades culturales como “Teatro” y “Bellas Artes”.
1951. José Mª Cruzet funda Ediciones “Selecta” para obras escritas en catalán. En colaboración con Aymà concede el “Joanot Martorell” al insigne veterano de la pluma Josep Plà por su creación “El carrer estret”.
1952. En la visita de Franco a Cataluña, en el mes de junio, se inaugura la cátedra “Milà i Fontanals” para el estudio científico de la lengua catalana.
1955. El poeta y escritor José Mª de Sagarra recibe la orden de Alfonso X el Sabio con ocasión de la publicación de su obra en catalán titulada “Memories”.
1956. Nace “Lletra d’Or”, distinguiéndose con él al mejor libro del año anterior escrito en catalán. El primero en recibir este galardón fue Salvador Espriu por “Final de Laberint”.
1959. Los premios barceloneses “Crítica” se incorporan a la producción en catalán.
1960. El Centro de Lecturas de Valls, inicia un curso de lengua y literatura catalana de carácter público.
1960. En Barcelona se crea el premio “Sant Jordi” para novela, dotado con 150.000 pesetas, cantidad análoga a la del “Nadal”.
1960. Con subvención del Gobierno se celebra el centenario del poeta Joan Maragall.
1965. El gran poeta y canónigo de la catedral tarraconense, don Miguel Melendres, edita su obra “L’esposa de l’anyell”, un poema en catalán de doce mil versos. Encuadernado en rica piel blanca, lo lleva el Arzobispo de Tarragona, doctor Arriba y Castro, al Papa Pablo VI, que lo recibe complacido.
1965. El Ateneo Barcelonés monta un curso de Filología Catalana.
1965. A los Premios Nacionales de Literatura, se le añade el “Verdaguer” para producción en catalán.
1966. Barcelona rinde homenaje a su ilustre hijo Maragall, en el que intervienen Gregorio Marañón, Pere Roig, José Mª Pemán y Ruiz Jiménez. En los jardines que llevan el nombre del poeta, en Montjuic, se le eleva un busto.
1966. Radio Tarragona organiza a través de sus antenas unos cursos de catalán con profesores especializados.
1967. La Diputación de Lérida dota una cátedra de “Lengua catalana”.
1967. La Diputación de Barcelona acuerda dar cursos de catalán en todos los centros culturales dependientes de la corporación y acuerda fundar la cátedra de Lengua Catalana en la Facultad de Teología de Sant Cugat (Barcelona).
1968. Editorial Destino completa el “Nadal” con el nuevo “Josep Plà”, concedido a “Onades sobre una roca deserta” de Terenci Moix. En la selecta lista de los que lograron este galardón figuran lo más florido de la narrativa catalana: Baltasar Porcel, Teresa Pàmies, Cirici Pellicer, Marià Manén, Enric Jardí, Llorenç Villalonga, Jaume Miravilles y Jordi Sarsaneda
1968. En Gerona se otorga por primera vez el “Prudenci Bertrana”.
1969. Nace el “Premi d’Honor a les Lletres Catalanes” con destino a la consagración de escritores noveles.
1970. Comienza a publicarse la espléndida «Enciclopedia catalana.»
Pero aún hay más.
En 1.941, como hemos visto, se vuelven a editar obras en catalán. En 1943 se publican cuarenta y tres; entre ellas, las «Obras completas» de Verdaguer y «El somni encetat», de Miquel Dolç. Funciona el «lnstitut d’estudis catalans», del que es presidente Puig i Cadafalch. Y en la institución «Amics de la poesía» se dan clases particulares de catalán. En 1944 estrena Joan Brossa su pieza teatral «El cop desert»; en 1946, Pío Daví y Maria Vila realizan campañas de teatro en catalán, estrenando «L’hostal de la gloria», de Josep Maria de Sagarra, que desarrolla en los años inmediatos una constante labor dramática.
Auspiciada por Tristán La Rosa, aparece en 1945 la revista «Leonardo»; en 1948, «Dau al set», dirigida por Brossa, donde son habituales las firmas de Ponç i Cuixart, Tapies y Tharrats. Editorial Aymá convoca en 1947 el «Premio Joanot Martorell», que seguirá impartiéndose sucesivamente. También la revista «Antología» patrocina un concurso mensual de cuentos en catalán. Escriben poesía en tal dialecto Salvador Espriu, Pérez Amat, Pedroto, J. V. Foix, Maurici Serrahima. En 1948, los libros publicados en catalán son ya sesenta.
La senyera y la bandera de la corporación barcelonesa ondean libremente en los edificios públicos a partir de 1940. Se bailan otra vez sardanas en las Fiestas Mayores de todas las localidades. Un libro sobre Joan Miró, de J. E. Cirlot (Editorial Cobalto) gana uno de los premios del INLE a las mejores ediciones, en 1949. La Orquesta Municipal se presenta con gran éxito, en 1944, en el «Palau de la Música», bajo la dirección del maestro Toldrá. Vuelve a actuar el «Orfeó Catala». Tiene una gran acogida el «Teatre selecte» de Frederic Soler (Serafí Pitarra). En los años sesenta se doblan al catalán varias películas (Verd madur, La filla del mar, etc.), mientras que durante la Segunda República, no se realizó ningún largometraje en tal dialecto. Se publica el semanario «Tele/estel», lanzado en esta década. Reaparece «En Patufet».
La revista «Serra d’Or» (1959); «Ediciones 62», fundada ese año y dedicada tan sólo a publicar libros en catalán; el «Omnium Cultural» (1961), que tiene por misión fomentar la cultura y la lengua catalanas; la «Escala d’art dramatic» de Adrià Gual; la «Agrupació dramática de Barcelona», son muestras irrebatibles de lo aquí dicho. Y los nombres de Carles Riba, Vicens Vives, Santiago Sobraqués, Gabriel Ferraté, Xavier Benguerel, Ferran Soldevila, Maria Aurèlia Capmany, Joan Reglá, Pere Quart, Jordi Sarsanedas (que gana en 1953 el premio «Victor Catala», con su libro de narraciones «Mites»), Folch y Camarasa, Josep Pla (premio «Joanot Martorell», en 1951, con «El carrer estret»). A mediados de los sesenta nace la «nova cançó», en las voces de Serrat, Llach y La Trinca, llena de implicaciones políticas contra el régimen que no hace nada para prohibirlo. En 1966 ha aparecido la «Historia de la premsa catalana». Comienza a publicarse en 1970 la espléndida «Enciclopedia catalana». Los libros en catalán se publicn por centenares.
En la esfera deportiva, la «Selección de Barcelona», jugó varios encuentros internacionales de fútbol en los años cuarenta, en el viejo campo de Las Corts. Asimismo, la primera gran época del Barcelona lo fue en los años cincuenta, con el famoso equipo de las «cinco copas».
Junto a lo anterior, fue evidente el monumental desarrollo económico de Cataluña bajo los gobiernos del Generalísimo, que la llevó a situarse en cabeza de todas las regiones españolas en renta per cápita. A la vista están las realizaciones materiales logradas, los puestos de trabajo creados, la desbordante industrialización, la masiva inmigración de «charnegos», de todo lo cual se nutre hoy el separatismo, pues sin esa pujanza, nada sería, porque nada tendría; los pobres no tienen ni tiempo ni dinero ni ganas para aventuras de tal clase, pues ya tienen bastante con buscar qué comer. Quizá por ello, Josep Maria de Sagarra escribía, en ocasión del XXXV Congreso Eucarístico Internacional de 1952 (que otra vez más en su historia colocó a Barcelona a los más altos niveles europeos): «el primer milagro ha sido la transformación material y moral de Barcelona».
Por contra, nadie puede negar que hoy no sólo se persigue con saña el español hasta querer hacerlo desaparecer, sino que incluso existen autores catalanes malditos, que son objeto de sañuda marginación por parte del ignorante y sectario fanatismo separatista –con el amparo del resto de partidos «nacionales»– como Josep Pla. También Joan Maragall, a causa de su famosa «Oda a Espanya». En esta línea puede tomarse como prueba el rechazo radical a dos catalanes eminentes, pero a la vez claramente españoles: Eugeni d’Ors, en literatura, y Salvador Dalí, en pintura.
Digan lo que digan algunos, Cataluña y, más todavía, Barcelona, fueron objeto de una atención constante por parte de Franco. Y correlativamente a ello los catalanes fueron tan mayoritariamente franquistas, o sea españolistas, como el resto de los españoles. Véanse, si no, las indiscutibles imágenes de la visita del Caudillo a Barcelona en varias ocasiones, como por ejemplo en 1962 y 1970; sí, han leído bien, 1970.
Francisco Bendala