
Suele considerarse que la modestia es una virtud menor – menor por la materia regulada –; sin embargo, posee con más propiedad que otras una característica que es básica en toda virtud: la moderación o medida (modus). Por eso, cuando decimos de alguien que es una persona modesta, podemos pensar enseguida en alguien que sabe estar en el lugar que le corresponde, alguien equilibrado al que da gusto tratar, que, incluso en el porte externo y en las maneras, es educado y sin afectación. Es una virtud humanamente atractiva, vivida por Cristo, modelo del hombre perfecto y de su Madre, María Santísima.
La modestia es una virtud exigida directamente por el trato social, pero también por el trato con Dios. He aquí otra dimensión de la modestia sobre la que apenas se reflexiona. A través de los siglos, con la experiencia cristiana, al reflexionar sobre el proceso de santificación se ha puesto el énfasis en la función del alma, a veces, con cierta visión pesimista en relación al cuerpo, como si fuese un obstáculo en el camino a recorrer. Por eso, conviene no perder de vista que es la totalidad corpóreo-espiritual la que es llamada a ir a Dios en la unidad de su ser. El empeño ascético al que invita Cristo no debe despreciar o ignorar las potencialidades del cuerpo como si no fueran también un don de Dios.
Seguimos con el magnífico libro del P. Ildefonso Rodríguez Villar “Meditaciones sobre la Santísima Virgen” reflexionando esta vez sobre la modestia.
La modestia es la virtud que modera todos nuestros actos externos, dándoles la debida compostura y decoro. La modestia exterior sólo puede proceder de la interior. Es cierto que también se puede fingir con una actitud hipócrita, pero sino procede del interior pronto quedará en evidencia.
Una vez más un ejemplo excelente de modestia es la Santísima Virgen. A imitación suya, debemos evitar las palabras duras o malsonantes, la murmuración sobre otros…La Virgen tampoco empleó nunca la ironía hiriente ni el sacarsmo, que a veces son mucho más dolorosos que el insulto directo. María jamás fue áspera con nadie ni hizo burla de ninguna persona; tampoco hizo coro a las burlas de otros sobre terceros. No hablaba mal de nadie.
Todo en Ella era humilde afable, tranquilo. Fue dulce con todos, probablemente hasta en el tono de la voz. Huía de las discusiones o polémicas, no entraba en peleas ni aunque tuviera razón. Pese a que por ciencia infusa tenía grandes conocimientos sobre muchos temas nunca quiso lucirse mostrando su sabiduría. Siempre fue humilde.
Ya sabemos que es muy difícil para nosotros alcanzar ese ideal, pero debemos imitar ese comportamiento hasta donde podamos. El Espíritu Santo nos ayudará, haremos feliz a Dios Nuestro Señor y a la Virgen y ganaremos un tesoro para nosotros en el Cielo.
La Virgen era muy bella pero nunca le interesó vestir lujosamente. Por supuesto la elegancia natural y sobria, así como el aseo y la pulcritud son muy agradables a Dios. Pero el lujo y la vanidad de la ropa le desagradan profundamente.
La modestia en nuestros modales es también esencial. Modestia en el tono de la voz, en nuestra risa. Modestia al caminar, en la postura de sentarse, modestia en la mirada sin buscar a su vez que otros nos miren. No sólo en publico sino en privado porque Dios siempre nos ve y la modestia es una de las virtudes que más le agradan.
Rafael María Molina Sánchez
Imitación de María
“Si el enemigo maligno los tienta y les impide invocar a Dios y a María, no se preocupen y no dejen de alabarlos y de rezar; pero con más fervor invoquen a María, saluden a María, piensen en María, nombren a María, honren a María, inclínense ante María, recomiéndense a María. Permanezcan en casa con María; guarden silencio con María, disfruten con María; sufran con María, trabajen con María; velen con María, oren con María; caminen con María, estén sentados con María; busquen a Jesús con María, estrechen entre sus brazos a Jesús con María. Vivan en Nazaret con Jesús y María, vayan a Jerusalén con María, estén junto a la cruz de Jesús con María, lloren con María; sepulten a Jesús con María, resuciten con Jesús y con María, suban al cielo con Jesús y con María; anhelen vivir con Jesús y con María.”
? Tomás de Kempis
Que así sea!