
NO TRABAJAR PARA SATANÁS
Un católico no debe trabajar en domingo y festivos
El tercer mandamiento de la Ley de Dios nos ordena santificar las fiestas. Por ello la Iglesia preceptua que los domingos y fiestas de guardar cese todo trabajo que impida ese fin. Así se dedica el día al culto de Dios y al descanso. Además de cumplir el precepto dominical, se puede rezar, estar con la familia, realizar excursiones, leer un buen libro, hacer obras de caridad etc. Obviamente no son lícitas las diversiones que ofendan a Dios como bailes y espectáculos.
El Santo Cura de Ars era muy severo en sus sermones acerca del trabajo en domingo y las fiestas pecaminosas. Afirmaba que quienes incumplían estos preceptos iban derechos al infierno. La enseñanza tradicional de este santo varón sigue vigente en nuestros días.
En el Código de Derecho Canónico establece esta obligación en el canon 1247: El domingo y las demás fiestas de precepto los fieles tienen obligación de participar en la Misa; y se abstendrán además de aquellos trabajos y actividades que impidan dar culto a Dios, gozar de la alegría propia del día del Señor, o disfrutar del debido descanso de la mente y del cuerpo.
El precepto dominical, que incluye el deber de descanso, obliga gravemente. Por lo tanto su incumplimiento es un pecado grave. La obligación de descanso comprende todo trabajo remunerado. No incumple esta obligación quien trabaja en actividades no remuneradas, aunque supongan un esfuerzo físico, como las reparaciones en el hogar, el cuidado del jardín, etc.
Los moralistas enseñan que es legítimo trabajar los domingos unas horas, dos horas como máximo. Pueden trabajar legítimamente los domingos y fiestas de precepto quienes realizan servicios indispensables para la comunidad (policías, bomberos, médicos de guardia, etc.), y aquellos cuyos trabajos facilitan el descanso de los demás (centros deportivos, museos, restaurantes, etc.). Estas personas, por lo demás, deberían tener otro día de descanso durante la semana, y en él deberían dedicarse a dar culto a Dios, aunque la asistencia a Misa no es obligatoria en estos casos.
En todos los demás gremios que no sean los citados, rotundamente no se puede trabajar. No debiera estar permitido que abra una tienda, ya sea de ropa o de alimentación, el domingo. Y tampoco es lícito que compremos nada en estas tiendas porque estamos contribuyendo al incumplimiento del precepto. No debemos comprar ni siquiera una bolsa de sal. Podemos pedirla al vecino o esperar al lunes. Tampoco debemos acudir a locutorios para conectarnos a internet, pues no hay necesidad de que abran ese día. Son pequeños sacrificios que debemos ofrecer al Señor para santificar su día como Él lo merece.
A veces nos surgen dudas sobre la cantidad o calidad del trabajo permitido en días de fiesta o sobre la gravedad de las causas que excusan del cumplimiento de este precepto; y entonces debe el simple fiel preguntar al confesor o a otro sacerdote sabio y prudente que pueda instruirle en su deber y resolverla el caso.
Días de precepto en la Iglesia: Todos los domingos del año. – Santa María Madre de Dios (1 de enero). – Epifanía (6 de enero). – San José (19 de marzo). – Santiago (25 de julio). Propia de España. – Asunción (15 de agosto). – Todos los Santos (1 de noviembre). – Inmaculada (8 de diciembre). – Navidad (25 de diciembre).
Ejemplo que habla de la gravedad del precepto
«¡Alto!, ¡alto!, que atropelláis a alguno», gritó un campesino al salir de misa, viendo un carro cargado por la calle Mayor de Rorschah. El carretero se detuvo de pronto, miró debajo del carro y contestó: «No veo nada ¿Qué decís?» Insistió el otro: «Que estáis atropellando el tercer mandamiento de la Ley de Dios. A ver si tú vas a ser algún día atropellado». Pero él se burló. Y así fue. Cierto día, yendo sobre la vara del carro, se asustaron las bestias, cayó al suelo y pasó una rueda por encima de su vientre. Y murió arrepentido y recomendando a sus hijos que no quebrantasen el descanso dominical. (Padre Vilariño)
Javier Navascués
En las Apariciones de La Salette, la Virgen
les dijo a los niños que la mano de su Hijo era tan fuerte y pesada que ya no podría sostenerla, a menos que la gente hiciera penitencia y obedeciera las leyes de Dios. Si no, tendrían mucho que sufrir. «La gente no observa el Día del Señor, continúan trabajando sin parar los Domingos. Tan solo unas mujeres mayores van a Misa en el verano. Y en el invierno cuando no tienen más que hacer van a la iglesia para burlarse de la religión. El tiempo de Cuaresma es ignorado. Los hombres no pueden jurar sin tomar el Nombre de Dios en vano. La desobediencia y el pasar por alto los mandamientos de Dios son las cosas que hacen que la mano de mi Hijo sea más pesada».
https://www.corazones.org/maria/salette.htm
Mensaje del LIBRO DE LA VERDAD de La Santísima Virgen María:
Martes 9 de diciembre 2014
Yo soy la Inmaculada Virgen María, la Madre de Dios, y vengo a revelaros el propósito de mi misión en la tierra.
Yo soy la esclava del Señor y fui nombrada por mi Padre Celestial para llevar en mí a Su Hijo, Jesucristo, el Salvador del mundo. Apenas fui llamada a cumplir su Santísima Voluntad, a través del nacimiento de Su Hijo Unigénito, que fue enviado para dar la Vida Eterna a todos Sus hijos, se me dio la labor de ser Su mensajera a través de todas las épocas. Fui enviada como Su mensajera para revelar los misterios de Su Reino Celestial y en todo momento vine en Su Santo Nombre para impartir mensajes importantes para el mundo. No he venido por derecho propio, porque nunca he recibido esta autoridad. Vine en el Nombre de Dios, como su leal servidora, para la Gloria de Dios, para que Él pudiera llamar a las almas a Su Divina Misericordia. Ahora vengo de nuevo en esta, la última Misión, autorizada por la Bendita Santísima Trinidad, para la salvación de las almas.
He desempeñado un papel importante en la Venida del Mesías, la primera vez, y vengo finalmente como Su santa mensajera en estos, los tiempos del fin, antes de que Él, mi Hijo, se manifieste en Su Segunda Venida.
A lo largo de los siglos, cuando me manifesté en las apariciones de la Tierra, una señal fue dada al mundo. En muchos casos, revelé profecías importantes a través del don de locución interior, pero, en algunos casos, no se dijo nada en absoluto. En lugar de ello, una señal fue dada y los bendecidos con discernimiento entendíeron qué era lo que Dios quería que Sus hijos supieran. Es a causa de Su gran generosidad que Él autorizó estas Intervenciones Divinas porque Su único Deseo era salvar almas.
Mi Padre Eterno, Quien creó todas las cosas de la nada, intercede solo cuando Él lo desea para rescatar a Sus hijos de los engaños, que son plantados en sus corazones. Es cuando el maligno crea el caos, que Dios siempre interviene para abrir los corazones de Sus hijos al Gran Amor que Él tiene por cada uno de ellos. Aceptad esta misión, queridos hijos, con agradecimiento y dad gracias a Dios por Su Gran Misericordia, sin la cual se perderían muchas almas.
Vuestra Amada Madre
Madre de la Salvación
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