
Te quede el tiempo que te quede
‒pueden ser cien años, puede ser un instante‒,
te queda muy poco tiempo.
No lo malgastes, aprovecha tu vida,
ponte en orden con Dios
mejor ya mismo que mañana.
Te quede el tiempo que te quede
‒pueden ser cien años, puede ser un instante‒,
te queda muy poco tiempo.
No seas frívolo, el aplauso del mundo no te importe,
pues todo aquí, ya se sabe,
es vanidad de vanidades.
Eleva tu alma, ensancha tu corazón, mira hacia lo alto,
llénate de amor a quien loco de amor
por ti murió en la Cruz crucificado.
Te quede el tiempo que te quede,
sabrás que era muy poco, sabrás que no era nada
cuando tu suerte en el más allá
para siempre esté echada.
Andrés García-Carro