
En 1930, la Madre Esperanza fundó la Congregación de las Esclavas del Amor Misericordioso en Madrid. Consagró y dedicó toda su vida al Señor y a la misión de darlo a conocer a todas las personas, como padre y como tierna madre. Nunca quiso ser la protagonista. Siempre se consideraba un mero instrumento del Señor y jamás se atribuía las maravillas que Dios operaba a través de ella.