
No dejan de asombrarme ‒y también, lo confieso, me irritan‒ las personas que “filosofan” sobre la vida como si todo se acabase en este mundo. No me refiero a personas ateas, aunque también, sino a aquellas que no declarándose ateas, o incluso diciéndose creyentes, sueltan frasecitas propias de manuales de autoayuda tales como “hay que disfrutar de esta vida porque es la única que tenemos” o “estoy en la mejor edad”. A estas personas debemos recordarles, aunque entonces sean ellas las que se irritan, que más que “disfrutar de la vida” hay que vivirla bien, es decir, vivirla de tal modo que al morir vayamos al Cielo, y en cuanto a lo de “la mejor edad”, decirles que ninguna lo es si estamos en pecado mortal y que todas lo son si estamos en orden con Dios. Sea cual sea nuestra edad, diez, veinte, cincuenta o noventa años, para cualquiera de nosotros hoy podría ser nuestro último día en este mundo, y la única filosofía de vida sensata es la que queda perfectamente resumida en esta coplilla de San Francisco Javier, que no creo que se cite en ningún manual de autoayuda: “La ciencia más acabada/ es que el hombre en gracia acabe,/ pues al fin de la jornada/ aquél que se salva, sabe,/ y el que no, no sabe nada”.
Andrés García-Carro