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Hubo un tiempo en que el Santo Oficio prohibía fumar. La fotografía, que les aseguramos no es un montaje, afirma:

El Santo Oficio impondrá severo y ejemplar castigo a todo aquel cristiano que con maléficas artes inhale y expela humo por cualquiera de sus orificios naturales, utilizando para ello la planta del tabaco, malhallada en el Nuevo Mundo.

Bien es cierto que esto sirve para que los enemigos de la Iglesia lo usen de excusa para lanzar los ataques de siempre, de oscurantistas y fanáticos, de coartar las libertades individuales etc. También es cierto que muchos católicos, especialmente si son fumadores, se echarán una carcajada ante esta estigmatización del tabaco.

Sólo exponemos el hecho como dato curioso.

Fumar que, en principio, no tendría que ser pecado per se, puede llegar a serlo, incluso grave, si se hace en exceso poniendo en serio riesgo la salud, pues atentaría contra el mandamiento de no matar. También en el caso de una mujer embarazada, si su mucho fumar se convierte en un peligro para el niño que lleva dentro. Pero, ¿donde está el límite? Es ciertamente una casuística complicada. Mientras muchos se ríen sólo de pensar que fumar sea pecado, otros están convencidos de que lo es, al menos venial.

Lo cierto es que hoy en día, estadísticamente, están más que demostrados los efectos perjudiciales del tabaco para la salud en enfermedades como el cáncer, riesgo de infartos etc.

Quizá no era tan descabellada esa advertencia contra el tabaco del Santo Oficio. ¿Qué opinan?