
Es un misterio de los “signos de los tiempos” estas últimas tergiversaciones que en materia litúrgica venimos padeciendo, y no solo en la Santa Misa con las protestantizadas traducciones a que la han sometido la Comisión de cinco protestantes y un judío, bajo la dirección del Arzobispo Anibal Bugnini, masón desterrado a Irán por Pablo VI, tras descubrir la traición de este arzobispo bajo el pretexto de la traducción a las lenguas vernáculas, más las omisiones litúrgicas que insinúan el espíritu ecumenista-protestante.
Una más de ellas ha sido la adulteración de las Bienaventuranzas (Mat. 5, 1-12 y Luc. 6, 2-26), dando un giro antropocéntrico, entre liberal y marxista, a tan preciado legado evangélico.
El concepto estricto de bienaventurado es el que goza de dicha eterna en el Reino de los Cielos y, por extensión, el que vive en sintonía con lo que le proporcionará esa paz beatífica, aunque no la pueda disfrutar en este mundo por negársela o no reconocérsela.
Sustituir bienaventurados por dichosos (traducción actual), es dar un giro puramente terrenal a lo que la expresión de Cristo tuvo de eternidad trascendente y sin retorno temporal.
Dichoso significa satisfecho en este mundo por un espacio más o menos duradero, inseguro y circunstancial. El Divino Maestro nos descubre el estilo de vida moral que ha de acompañar a sus fieles seguidores (espíritu evangélico), y que será valorado y premiado en el juicio inapelable y justísimo con la vida eterna, aun cuando en este mundo no sean reconocidas ni pagadas tales virtudes.
Lo correcto, pues, es decir: “Bienaventurados los mansos”, no “dichosos los sufridos”. Ni todo sufrido es manso, ni todo manso es sufrido. El manso procede racional y humildemente ante la adversidad, la acepta como cruz santificante y la ofrece con la fe purificante sin desesperaciones ni resabios; cree en la fuerza de la razón, pero puede rebelarse ante la injusticia con causa legítima. El solo sufrido es un estoico que se limita a encogerse de hombros ante el dolor inevitable. Doctrina ésta, materialista y atea, además de panteísta, del siglo IV antes de Cristo, que se propone una moral antihumana, formalista e hija del orgullo.
El sufrido lo es por no poder defenderse o por culpas propias. Dejaría de sufrir si pudiese rebelarse aun contra causa justa, puesto que cree en la razón humana de la fuerza. Es, pues, opuesto al manso; éste procede con la humildad de la razón y de la fe. Aquél, con el afán de venganza y sin sentido religioso ante la prueba de su cruz. Sufre paganamente agravado al relegarse a la baja estofa animal sufriente.
Ni todo pobre es “pobre de espíritu”, ni todo pobre de espíritu ha de tener que vivir en la miseria materia. Y es que las Bienaventuranzas falseadas al lenguaje mundano son contradictorias e irracionales, quedando en evidencia el ateísmo práctico del mundo actual, que vive como si Dios no existiese. ¿Cómo va a ser dichoso un sufrido, o un hambriento, o un perseguido? La mentira se descubre ella sola.
Una víctima del terrorismo puede ofrecer a Dios su injusto dolor del atropello y rogar por la conversión de los asesinos al orden querido por Dios. Un terrorista puede padecer cárcel merecida, encendido en odio y afanes de revanchas. Aquél es bienaventurado por ser manso. Éste, ni es dichoso ni mucho menos bienaventurado; es un desgraciado por ser solo… un sufridor.
No son igualmente bienaventurados quienes padecen persecución por la justicia que quienes padecen persecución… con justicia.
Jesús CALVO PÉREZ,
Párroco de Villamuñio (León).
Mensaje del LIBRO DE LA VERDAD de la Madre de la Salvación:
Domingo 19 de octubre de 2014
Mi querida hija, yo soy tu Madre, la Reina del Cielo. A todos vosotros quienes me invocan para que interceda en vuestro nombre para pedir a mi Hijo que os proteja, os cubro con gracias especiales. Todo el Cielo ora por la humanidad en este momento, para que la transición hacia el nuevo mundo sin fin, sea suave. Es el mayor deseo de mi Hijo llegar dentro de los corazones de todos los pecadores. Para retirar las telarañas de confusión, que cubren sus almas. Para atraer, incluso a aquellos con corazones de piedra, hacia Su Gran Misericordia.
Mi Hijo nunca se da por vencido en su misión para tocar los corazones de todos. Él nunca busca vengarse de los que le ofenden y Él nunca favorece a un alma sobre otra. Él los ama a todos, incluso a Sus mayores enemigos, y esto siempre será así. Vosotros no debéis rehuir a mi Hijo si habéis sufrido en esta vida; si habéis perdido a un ser querido en circunstancias trágicas; o si sois víctimas de terribles injusticias. Dios es el Autor de la Vida. Él la da y la quita. Solamente cuando un alma, rellena de espíritus malignos, asesina a otro, es que Dios hará que esa alma pague muy caro.
Mientras exista el pecado, el mal va a permanecer en la tierra. Será solo cuando el pecado sea desterrado que la maldad se disipará. Hijos, os pido que seáis pacientes. Pido que paséis vuestro tiempo en oración tanto como podáis. Os pido que sigáis recitando el Santísimo Rosario para la protección de vuestras familias, vuestras naciones y vuestros países. Nunca antes mi Rosario será tan poderoso como lo es en estos tiempos, y vosotros recibiréis grandes gracias cuando lo recitéis, sobre todo en voz alta, y en grupos.
Todos los planes de Dios están en su lugar para la Segunda Venida de Jesucristo. Os pido que, por medio de vuestras oraciones, ayudéis a preparar el camino para todos los pecadores que buscan el arrepentimiento, para que ellos puedan disfrutar la vida eterna en el mundo venidero, el cual no tiene fin. Bienaventurados son aquellos a quienes se les darán las llaves del Paraíso.
Vuestra amada Madre
Madre de la Salvación
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