
Realmente Lutero, al que nos presentan como un gran reformador no quiso reformar la Iglesia, ni nada pues ni siquiera podía reformar su desdichada y atormentada vida. Finalmente abandona la vida religiosa y se junta con una religiosa que había seguido su desdichada suerte.
El 13 de junio de 1525, Lutero se casa con Catalina de Bora, una monja que dos años antes se había fugado del convento de Nimbschen, cerca de Grimma, encontrando refugio en Wittenberg. El matrimonio con Catalina, 16 años menor que él, es contraído en contra del consejo de muchos amigos que veían en él la ruina de la Reforma. Así por ejemplo Felipe Melanchthon habla de un acto infeliz.
Lo peor es que una vez casado su conducta moral y enseñanza fue muy dañina y escandalosa. Lutero fue mal hablado, difamatorio – incluso obsceno. La mayoría de los historiadores declinaron imprimir su vil conversación. Su lema “Peca valientemente, pero cree más valientemente”, da la clave de su pensamiento. Aconsejó a sacerdotes y monjas que se casaran como lo había hecho él; instó al Estado a abolir todos los monasterios y conventos, y muchos Estados lo hicieron. Predicó que la castidad fuera del matrimonio es una abominación -que el voto de castidad es peor que el adulterio. Él aconsejó el concubinato y la inmoralidad a los maridos- también el divorcio y las segundas nupcias a voluntad del marido.
En su “Mesa de conversaciones”, habla en broma de sus relaciones sexuales con la madre de sus seis hijos. “Confieso, escribe,”que no puedo prohibir a una persona que se case con varias esposas, ya que no se contradice en las Escrituras. – Yo mismo no pude y no me abstendré de la impureza”.
Se cuenta que Lutero, cuando estaba con Catalina, le decía que contemplase el fuego de la chimenea, que mucho peor sería el del infierno que les esperaba.
Este ex monje atormentado renuncio por completo a una vida de virtud ante lo que creía que era un imposible para la naturaleza caída, no contaba con el poder de la gracia.
Realmente no quiso reformar nada en la Iglesia, sino casarse con una ex monja, dedicarse a banquetear y a satisfacer sus sucias pasiones.
Y Lutero tenía cuernos y rabo y por supuesto no tenía ni idea de lo que era las Buenas Nuevas del cristianismo.