
El móvil y la moda de los selfies superciales contribuyen todavía más a frivolizar, la ya de por sí frívola vida del hombre moderno.
Un ejemplo muy claro es esta foto de una enfermera sonriente y con el signo de victoria ante una pobre mujer que agoniza. ¿Se creerá muy graciosa? Probablemente no se de cuenta de la “ideotización” en la que ha caído la sociedad.
Hemos perdido por completo el oremus, el sentido y grave y trascendente de la vida. Ha desaparecido el más elemental respeto, decoro y saber estar.
No solo hemos perdido el respeto a las cosas trascendentes, como el respeto por la vida y por la muerte, sino por todo en general, por el pudor, por la intimidad.
Esa moda de las redes sociales de poner lo que estamos haciendo en cada momento es absurda, una locura y una esclavitud. Todos hemos caído en mayor o menor medida en las redes de este mundo frívolo tecnológico. Esta Cuaresma es una buena ocasión de hacer el propósito de usar estos medios, en la medida que podamos, lo justo e imprescindible.
El número de imbéciles es muy elevado.
Si los tontos volaran, no veríamos el sol.
Si Dios quiere, todos llegaremos a viejos. Hay que querer a nuestros ancianos, pues representan lo mejor de nuestra sociedad, y son las personas que más se han sacrificado por los demás, que lo han pasado muy mal, sobre todo en la posguerra, época de numerosas carencias, etc.
LAS PERSONAS MAYORES SON UNA RIQUEZA SOCIAL EN SÍ MISMAS, Y PUEDEN APORTARNOS MUCHO…, SI SABEMOS ESCUCHARLES Y APRENDER DE ELLOS.