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VIA CRUCIS EN LOURDES

La venerable Magdalena Unfina se dolía una vez porque la Cruz de ciertas tribulaciones era para ella muy larga. Apareciósela Jesucristo a consolarla y confortarla para que perseverase con Él en la Cruz. Respondió Magdalena con inocente queja: Señor, vuestra Cruz duró solas tres horas, y la mía dura años y años. ¿Qué dices, ingrata, añadió el Salvador, no sabes que mi Cruz empezó desde el primer instante de mi concepción, y perseveró hasta el último de mi vida?

El mismo Señor se aparece un día a la venerable Sor María de la Antigua, y la dice: “Has de saber, hija mía, que el Via-Crucis es el trono sobre que reposamos las tres personas de la Santísima Trinidad, y que las almas que se acogen a este trono, esto es, que practican con frecuencia este santo ejercicio, es moralmente imposible que se condenen.”

En otra ocasión habló el Señor a la misma venerable Madre en la forma siguiente: “Sabe, hija mía, que por una sola alma que practique devotamente el Via-Crucis, protegeré a todo aquel pueblo donde en esta forma se honrare la memoria de mi Pasión Santísima, y será libre de muchos y grandes peligros, así temporales como espirituales.”