
En los países musulmanes más radicales las minorías cristianas son perseguidas con saña y se les encarcela por el menor motivo de forma arbitraria, simplemente por ser cristianos y por considerar que eso en sí ya es una blasfemia.
Es una triste realidad ante la que no pueden hacer más que huir de esos regímenes fundamentalistas donde la vida no vale nada y se les trata como a perros. Muchos de estos cristianos aguantan heroicamente, dispuestos a no abandonar su fe y a dar testimonio hasta ofrecer la vida si fuera necesario.
En Pakistán hay más de 200 cristianos en la cárcel, acusados falsamente de blasfemia, la misma tortura por la que pasó Asia Bibi, encarcelada durante 9 años por los fanáticos musulmanes.
¿Realmente la Comunidad Internacional no puede hacer nada para acabar con esta barbarie?
La liberación de la propia Asia Bibi fue el detonante de violentas manifestaciones de protesta por parte de los musulmanes más fundamentalistas. Durante tres días hubo grandes reyertas en todo el país y 2.000 fueron detenidas. La ley de blasfemia en Pakistán considera delito el insulto a la religión islámica o al profeta Mahoma, aunque en numerosas ocasiones se inventan supuestas blasfemias y lo usan como escusa para someter a los cristianos.
Un obispo pakistaní asegura que “basta un pequeño problema, aunque sea sobre algo sin importancia, para que se acuse de haber profanado el Corán o el nombre de Mahoma”