
JESÚS EN LA SANTA MISA, RINDE ADORACIÓN Y HONOR A DIOS POR NOSOTROS
Jesucristo adora y honra por nosotros a Dios, eterno Padre.
Se cuenta de un alma santa que, enamorada de Dios, se desahogaba un día diciendo:
-¡Dios mío, Dios mío!, quisiera tener tantos corazones y lenguas cuantas son las hojas de los árboles y los granos de arena de la tierra y las gotas de agua del mar, para amaros y honraros cuanto merecéis; aún más: quisiera poder amaros y honraros más que todas las criaturas juntas, más que todos los ángeles, más que todo el Paraíso.
Y el Señor le respondió:
-Consuélate, hija mía, consuélate; porque con oír bien la Santa Misa, me puedes dar una gloria infinitamente mayor.
No te maravilles de ello. Así es, en verdad.
Oyendo la Santa Misa damos a Dios obsequio y honor infinitos, superiores al honor que le dan en el Cielo todos los Ángeles y todos los Santos juntos; porque, en la Santa Misa, Jesús se nos une para honrar a Dios; es más: Jesucristo mismo es quien obsequia y honra a Dios con nosotros y por nosotros.
Pero Jesucristo es infinito, y, por consiguiente, el honor y obsequio que damos oyendo la Misa, a Dios por medio de Jesús, son un obsequio y un honor infinitos. Ved, oh carísimos, la manera más fácil y segura de honrar y dar gloria a Dios, nuestro Creador y Padre, y pagar así la primera deuda que con Él tenemos. Pero es necesario oír la Santa Misa con fe viva y mucha devoción.