
Es bueno saber ver e interpretar los signos de los tiempos. Está pasando muy desapercibida la reciente quema de la Iglesia de San Juan Bautista de Écija, incendiando contenedores de basura ante la fachada del templo. El hecho no puede quedarse en una mera anécdota sin importancia, ya que es toda una declaración de intenciones y una forma de abrir la ventana de overton para la que la gente se vaya acostumbrando a este tipo de acciones.
Cuando empiecen a hacerlo de manera sistemática y con más virulencia será tarde. Con estos actos se va creando un ambiente previo muy parecido al de la última guerra Civil en España, que la Iglesia dijo que se podía llamar con justicia Cruzada Nacional.
Hoy sin embargo, pareciera que los delitos de odio van para un lado solo, solo se considera cuando atacan una mezquita o al colectivo gay. Quemar una iglesia para ellos no es odio, sino un acto de libertad democrática ante el que hacen la vista gorda.
Por lo que se ve habrá que hacer, una nueva cruzada contra el rojerío ateo-masónico.