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Contemporáneamente a San Francisco, el Señor suscitó en el dilecto discípulo del Pobrecillo, San Antonio, un poderoso e incansable predicador para su pueblo. La Palabra fluía de la boca del Santo con la transparencia del agua, con la dulzura de la miel, con la agudeza de una espada de dos filos. A pesar de todo, muchas veces los hombres despreciaban y se reían de la prédica del Santo, volviéndose indignos de recibir la palabra de Dios.

Sucedió una vez, en las cercanías de Padua, que un grupo de hombres rechazaba con sornas y burlas la predicación de San Antonio; éste, viendo el río, consideró que valía más la pena predicar a los peces que a estos hombres de corazón tan duro, recordando además que nadie aún había anunciado la Palabra a esos animalitos de Dios. El Santo se dirigió a la orilla del río y desde allí, con gran fervor de espíritu comenzó a predicarles, enumerando todos los bienes que Dios les había concedido: cómo los había creado, cómo les había dado la pureza de las aguas, cuánta libertad les había donado y cómo los alimentaba sin que tuvieran que trabajar.

Los peces comenzaron a acercarse y amontonarse cerca del predicador, sacando fuera del agua la parte superior de sus cuerpos, abrían sus bocas, y miraban atentamente al Santo. Lo escucharon con gran devoción, ninguno se movió hasta que la predicación terminó, y no se alejaron hasta no haber recibido la bendición. Después se dispersaron dando grandes saltos de alegría sobre la superficie del agua.

Y fue así que los humildes peces, despreciados por hombres y animales por su extrema simplicidad, enseñaron a los soberbios cómo acoger la palabra de Dios. Quedó demostrado una vez más que la necedad de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres; que la debilidad de Dios es más fuerte que la fuerza de los hombres; que la simplicidad de Dios es más sagaz que la astucia de los hombres.

Ante semejante prodigio el Santo exclamó en alabanza diciendo: «¡Ho humildad! ¡Estrella refulgente que ilumina la noche y que guía hasta el puerto! Llama relumbrante que muestra el rey de los reyes, el cual nos dice: “Aprendan de mí que soy manso y de corazón humilde” (Mt 11,29). Quien carece de esta estrella es un ciego que camina a tientas y su nave choca contra las tempestades y él será arrastrado por las olas».

Dice además el Santo: «En la tierra de la humildad del corazón, crece el justo: cuando disminuye en sí mismo, entonces Dios crece en él. Por eso Isaías afirma: “El más pequeño será un millar, el más chiquito, una nación poderosa” (Is 60,22). Entonces, cuando tú te humillas, Dios se exalta en ti, porque te hace elevar sobre todo lo que es vanidad y aflicción de espíritu».

Ignatius web

1 Comentario

  1. Mensaje del LIBRO DE LA VERDAD de Nuestro Señor:

    Viernes 29 de abril de 2011

    La humildad es una lección, la cual todos aquellos que deseen entrar en Mi Reino, deben aprender.

    La humildad declara su pequeñez ante Mis ojos, cuando ustedes Me reverencian a Mí, su Salvador el Hijo de Dios hecho hombre. Sin ella, el orgullo tiene lugar. Eso no sirve de nada si quieren declararse dignos de Mi Reino.

    En el mundo de hoy, la humildad no es aceptable, en una era en la que la asertividad y el deseo de sobresalir al mejorarse ustedes mismos por encima de otros, se considera un rasgo admirable. Aquellos que no se exaltan o siguen adelante con confianza y arrogancia en el mundo son ignorados. Su rasgo de humildad y generosidad hacia otros es considerado una debilidad, no vale la pena preocuparse por ser incluidos en su compañía. Sin embargo, la virtud opuesta al orgullo es la llave para entrar al Reino del Cielo. Por lo tanto, lo que se considera como un enfoque exitoso para desarrollar la llave de la fortuna y riqueza en esta vida, es precisamente la fórmula que les llevará a la oscuridad después de la muerte.

    La humildad, con la que aceptan que ustedes deben servir a su hacedor y creador primero, es verdaderamente importante. Declarándose ustedes como nada, proclaman la Gloria de Dios.

    La humildad es una virtud la cual no es solo preciosa a Mis ojos, pero que es una parte importante de su desarrollo espiritual. Significa poner a otros antes que ustedes para la Gloria de Dios. Sin embargo, es tan fácil caer en un estado de orgullo rápidamente.

    Advertencia a las almas escogidas

    Tomen a aquellos que han trabajado duro para desarrollar sus vidas espirituales para complacerme. Luego, consideren a aquellas almas afortunadas a las que han sido dados dones, las cuales, a través del poder del Espíritu Santo, actúan como visionarios en el mundo. Muy a menudo, habiendo alcanzado estas gracias ellos sutilmente empiezan a considerar ser más especiales que sus hermanos o hermanas. Se jactan de los dones que poseen. Entonces ellos se convierten en selectivos en cómo comparten estos dones. Su auto glorificación afecta su habilidad para impartir la verdad. Lo que han olvidado es que todos los dones que se les han dado provienen de Mí. Yo amo a todo el mundo. Les han dado estos dones para compartir. Así como Yo doy estos dones a tales almas escogidas por el bien de otros, así también los puedo quitar.

    La auto glorificación les impide verdaderamente seguir Mis pasos. Aprendan a ser humildes, pacientes y desprovistos de orgullo. Si trabajan hacia la humildad, a ustedes tendrán un lugar especial en Mi corazón. Así como Yo selecciono a ciertas personas como almas escogidas, ellos deben considerar esto como un don. Nunca deben pensar que son más importantes a Mis ojos, porque Yo amo a todo el mundo. Sin embargo, voy a recompensar el buen trabajo una vez que la humildad sea mostrada a Mí y a sus hermanos y hermanas.

    Vuestro Amante Salvador,

    Jesucristo

    Leer más: http://m.elgranaviso-mensajes.com/news/a29-abr-2011/

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