
San Juan Crisóstomo, “Boca de oro” de la Catolicidad
Serie DOCTORES DE LA IGLESIA: No. 9 – San Juan Crisóstomo
FICHA DE DOCTOR
– Nombre: SAN JUAN CRISÓSTOMO (ca. 347-407)
– Ministerio: Patriarca de Constantinopla
– Año de proclamación: 1568 [por el Papa San Pío V]
– Festividad: 27 de enero (Vetus Ordo); 13 de septiembre (Novus Ordo)
EL MÁS UNIVERSAL DE LOS DOCTORES DE ORIENTE
Por la ingente obra escrita conservada, por la amplitud doctrinal de miras, por su inequívoca ambición social, San Juan Crisóstomo puede considerarse el mayor de los Doctores de Oriente, así como el más grande de entre los oradores cristianos. Sin ser un teólogo especulativo al uso, es uno de los pilares teológicos indubitables de la Iglesia Católica, a la altura de San Agustín de Hipona o del Aquinate.
En unos tiempos de confusión y controversia asegurada (los suyos/los nuestros), Crisóstomo difundió recta ortodoxia y doctrina católica “segura”: por eso es preciso regresar a él.
El Papa San Pío X lo declaró Patrono de los predicadores.
VIDA
Nacido en Antioquía de Siria entre los años 344 y 349, recibió de su madre, Antusa, su profunda fe cristiana. Fue educado por el mejor retórico pagano de la época, Libanio, y se contó entre los alumnos de Diodoro de Tarso. Entre los años 369 ó 372 es bautizado, muy probablemente por el obispo Melecio.
Tras retirarse a la vida monástica con los eremitas del monte Silpio, el año 378 regresa a la vida pública de Antioquía para ser ordenado diácono en 381; un lustro después es ordenado sacerdote por el obispo Flaviano, alcanzando fama de gran predicador. Pasados once años, y bajo la protección de Eutropio, el emperador Arcadio lo nombra obispo de Constantinopla. Pero ya se sabe que a los hombres realmente grandes pronto les salen enanos-enemigos por doquier (no tan enanos en este caso: la emperatriz Elia Eudoxia y Teófilo de Alejandría); esto, sumado a una sarta de oscuras razones (amén de la arrolladora obra de renovación moral llevada a cabo), llevarían a Crisóstomo a estar en el centro de la diana de una conspiración encaminada a su deposición.
Será depuesto en el llamado Sínodo de la Encina, procediéndose así a su primer destierro, que tendrá lugar el año 403, con destino a Bitinia. Ante la inusitada reacción popular, en verdad agitada, San Juan será llamado de nuevo a declarar. Pero el Concilio de Constantinopla (404) discutirá la legitimidad de su regreso del exilio y volverá a deponerlo, esta vez sellando su destierro definitivo.
UN ORADOR HISTÓRICO: “BOCA DE ORO”
Crisóstomo, es decir “boca de oro” (su sobrenombre), gozó desde muy temprano de una gran popularidad por sus dotes oratorias. Pero a falta de un imaginario (por anacrónico) magnetófono-altavoz que nos dé testimonio de aquellas predicaciones, tendremos que acudir a su obra escrita (por fortuna disponible en lengua española y en una magnífica edición a cargo de la BAC).
OBRA (I): LAS EPÍSTOLAS
241 cartas de Crisóstomo han llegado hasta nosotros, lo que hace del suyo uno de los más ricos y prolíficos cuerpos epistolares de los primeros tiempos de la Catolicidad. El grueso de la colección corresponde en su mayor parte a los años postreros del santo, alejado de Constantinopla, mas en estrechas relaciones epistolares con sus discípulos, amigos y seguidores.
El grueso de estas cartas del destierro fueron escritas, primero, en Cucusa (Armenía) -a juicio de nuestro hombre “el lugar más solitario de la tierra habitada”-, y luego (poco antes de morir) camino de la remota Pitionte, en la costa oriental del Mar Negro. Van dirigidas a las más variopintas personalidades, como la viuda Olimpia. Del año 404 data la más antigua de las misivas, es decir poco antes de la expulsión definitiva de Constantinopla, y va dirigida al Papa Inocencio I; en ella, Crisóstomo expone al Pontífice los abusos y atropellos de que ha sido objeto por parte de sus enemigos.
La colección, un mosaico de impresionante riqueza temática y doctrinal, permite tener al lector moderno un retrato bastante exhaustivo de la época, sazonado todo ello con innumerables descripciones sobre lugares, gentes y costumbres. La talla literaria de Juan confiere al texto una emotividad muy especial, cual vivo retrato de los últimos días de su existencia terrena.
OBRA (II): LAS HOMILÍAS
El corazón de la obra escrita de Juan de Antioquía lo constituyen sus más de 700 homilías, una entre las más fastuosas series de discursos de su tiempo, que le valdrían a su autor el sobrenombre de Crisóstomo o “Boca-de-oro”.
Por convención, la crítica divide la actividad oratoria de Juan en dos periodos, a saber:
1) el de Antioquía (desde el año 381, cuando es ordenado diácono); y
2) el de Constantinopla (desde el año 397, con la toma de la sede episcopal).
Entre las homilías del primer periodo sobresalen los 21 sermones llamados “de las estatuas” (387), importantes por cuanto fueron pronunciados en momentos críticos a la ciudad de Antioquía, perseguida por orden imperial a causa de una revuelta contra la subida de impuestos (la protesta del pueblo se concretizó en el derribo de varias estatuas paganas). Mas la cima de la colección deberá buscarse en las 88 homilías sobre el Evangelio de San Mateo, allí donde la profundidad exegética, solidez dogmática y virtuosismo estético alcanzan sus más plenos logros.
BIBLIOGRAFÍA
– SAN JUAN CRISÓSTOMO: Obras completas de San Juan Crisóstomo (4 vols.), Ed. Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid.
José Antonio Bielsa Arbiol