
San Patricio (Saint Patrick) nació en Gran Bretaña en el año 385. En un momento de su vida, fue deportado como preso a Irlanda. Una vez liberado, se ordenó sacerdote católico, llegó a ser obispo y fue perseguido por los druidas y herejes pelagianos, ya que temían su creciente labor evangelizadora. En un Sábado Santo, prendió un gigantesco fuego que sus opositores paganos intentaron apagar.
Pese a sus ímprobos esfuerzos, no lo lograron y un druida rival se rindió afirmando que aquel fuego se extendería por la nación entera. Y efectivamente, la llama de Cristo se expandió por todo el país, y se convirtió al catolicismo. La legislación dio un giro de 180°: Las leyes nuevas fueron dictadas bajo inspiración católica. Los símbolos irlandeses, también, corrieron la misma buena suerte; Un ejemplo de ello es la famosa hoja formada por tres hojas de trébol, que representa tres personas en una, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo como un solo Dios verdadero, es decir, la Santísima Trinidad.