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El político australiano Bill Hayden protagonizó una de las más sonadas conversiones por dos motivos muy claros: por tener 85 años de edad y por haber sido un conocido ateo militante durante toda su vida.

El anticlericalismo de su padre condicionó mucho su manera de pensar y de actuar en su juventud, aunque se había movido en ambientes católicos.

Se definía a sí mismo como ateo, aunque tenía cierta atracción hacia los buenos ejemplos de la caridad cristiana.  Se dejó llevar por los tópicos de siempre, de las riquezas del Vaticano, que Jesucristo era pobre etc.

Dios esperaba su conversión y le dio una última oportunidad. Con 85 años estuvo al borde de la muerte al padecer un inquietante derrame cerebral.

En su convalecencia tuvo tiempo de meditar lo que le había pasado, lo efímera que es la vida y lo bonito que es amar al prójimo.

La Han Angela Mary Doyle le atendió durante su enfermedad y fue para Bill algo revelador no solo por sus palabras sobre Dios y la Iglesia, sino sobretodo por su ejemplo de servicio y de amor sin límites.

Al cabo de un año, tras pensarlo mucho en su corazón, viendo que a sus 85 probablemente ya no tuviese otra oportunidad decidió bautizarse en la Iglesia Católica, siendo un gran motivo de edificación para todos que lo conocieron y los que sabían su historia, para Dios no hay nada imposible.