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Vivir en pecado y usar el Escapulario como ancla de salvación es cometer pecado de presunción. Veamos un ejemplo:

«Durante la guerra civil en 1939, siete comunistas fueron sentenciados a muerte por sus crímenes. Un Sacerdote Carmelita trato de prepararlos… Ellos se negaron. Después de tratar de hacerlo a través de visitas amistosas, el Sacerdote les preguntó: «¿Me dejarían ponerles unos Escapularios?». Seis de ellos aceptaron, pero uno no lo hizo. Los seis fueron a Confesión con el Sacerdote, excepto el séptimo que no quiso usar el Escapulario. Poco después, el séptimo usó el Escapulario solo para complacerlos: él no haría nada más. A pesar de que llevaba el Escapulario, estaba decidido a ir a su muerte como un enemigo de Dios. Cuando llegó el momento de la ejecución, el séptimo hombre dijo claramente que él no deseaba hablar con ningún Sacerdote (para confesarse), aunque seguía teniendo colgado el Escapulario. Finalmente, dispararon y siete hombres sin vida cayeron al suelo. Misteriosamente, un Escapulario fue encontrado aproximadamente a 50 pasos de los cuerpos. Al revisar los cuerpos, seis hombres murieron con el Escapulario, menos el séptimo».

El Beato Claudio de Colombiere (director de Santa Margarita María) da una solución al misterio del Escapulario perdido: «Tú preguntas: “¿Y si yo quisiera morir en mis pecados?”. Yo te respondo: “Entonces morirás en pecado, pero no morirás con tu Escapulario”».