
Aunque sabemos que la Virgen quiere que recemos el Rosario, como así lo ha manifestado claramente en Lourdes y en Fátima por ejemplo, aunque son numerosos los santos y los Papas lo han recomendado…hay que reconocer que a muchas personas nos cuesta, o nos ha costado en algún momento, rezarlo todos los días.
La naturaleza caída hace que sintamos una cierta repugnancia a una oración que, aunque no lo es, nos puede parecer repetitiva y tediosa. Nos cuesta meditar en sus misterioso y nos cuesta concentrarnos, por nuestra pereza mental o porque estamos absorbidos por muchas ocupaciones. Es una repugnancia que hay que vencerla, con la ayuda de Dios y de la propia Virgen, pues si no rezamos el Rosario nos perdemos numerosas gracias y renunciamos a uno de los medios más eficaces de conversión y salvación.
Pensamos a cuantas almas le ha hecho un bien inmenso rezar el Santo Rosario, una devoción que ha transformado vidas, ha aniquilado vicios, ha desterrado herejías. Siempre me ha llamado la atención que la propia Virgen recomiende el rezo del Santo Rosario diario y no el ir a Misa diaria (cosa muy recomendable). La razón es que a muchas gente le es más difícil ir a Misa todos los días, pero el Rosario se puede rezar en cualquier momento del día y muy recomendable hacerlo en familia, pues transforma los hogares.
Les dejamos con esta oración, que se puede rezar para pedir que tengamos la fortaleza para rezarlo a diario y si lo rezamos, es bueno hacerla antes del Rosario para pedir la perseverancia.
“Oh Reina del Santo Rosario, Tú que te dignaste venir a Fátima para revelar a los tres pastorcitos los tesoros de Gracia ocultos en el Rosario. Infunde mi corazón con un sincero amor a esta devoción, con el fin de que por la meditación de los Misterios de nuestra Redención, que son recordados en él, pueda ser enriquecido por sus frutos y obtener la paz para el mundo, la conversión de los pecadores y de Rusia, y las Gracias por las que ruego en este Rosario. (Aquí mencionar su petición). Pido esto para la mayor Gloria de Dios, por tu propio honor y para el bien de las almas, especialmente por la mía. Amén”