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Dios tiene muchos medios para tocar los corazones de las almas que sufren y de dar un soplo de esperanza a quien se asfixia por el peso de una penosa existencia. Es la historia que le vamos a contar a continuación.

Una japonesa viaja a España a ver la Inmaculada de Murillo

Recientemente una señora de Japón viajó a Madrid a buscar un cuadro muy concreto en el Museo del Prado. Se trata de la famosa Inmaculada de Murillo que representa a la Nuestra Señora de blanco y azul, con las manos juntas y pisando la luna.

Quería ver en concreto «La Inmaculada del Escorial», un gran cuadro del famoso pintor, uno de los más emotivos de su trayectoria pictórica.

La señora al preguntar a los empleados del Museo se puso muy triste, pues le dijeron que no estaba expuesta de cara al público, pues la estaban reparando. Entonces comenzó a llorar y contó su historia.

¿Por qué quería verla a todo costa?

Porque en un momento de mucho sufrimiento en su vida, en donde ya no quería seguir viviendo ni tenía fuerzas para luchar vio esta imagen de la Inmaculada, que le impactó en lo más profundo de corazón y entonces pensó que merecía la pena seguir viviendo solamente por ver cosas tan hermosas como la Inmaculada de Murillo.

El encuentro providencial con esa imagen es lo que le dio fuerzas y esperanzas para seguir luchando y salir poco a poco de una profunda depresión. Aquel cuadro fue el gran revulsivo de su existencia.

El Director del Prado, Miguel Falomir, al enterarse de la historia se conmovió profundamente y no lo dudó un instante en concederle permiso a la señora para ira ver el cuadro al taller de restauración.

Todos en esta vida podemos pasar por situaciones límite en las que estamos al borde del abismo, en ese momento San Bernardo nos da un consejo, mirad a la Estrella, mirad a María, algo que supo hacer esta señora nipona admirando su belleza.