
Poco antes de su fallecimiento el obispo de Astorga escribió una emotiva carta a una mujer que sufrió execrables abusos sexuales siendo niña por parte de un clérigo de Sanabria como se acaba de desvelar recientemente. En la carta monseñor Menéndez condenó rotundamente «tan abominables hechos», se mostró muy cercano a la víctima y tras pedirle perdón se volcó en ayudarle para «superar este trauma».
Palabras muy cálidas, muy cercanas y de comprensión del dolor por parte de un padre y pastor bueno que hasta el final de su vida se mostró inflexible en la lucha contra la pederastia, una de las grandes lacras que asola a la Iglesia, escandaliza y hace que muchas personas pierdan la fe.
«Tras leer su caso, no hay duda de que vivió es una de las experiencias más traumáticas que puede vivir una niña: el abuso sexual» narra el obispo de Astorga, presidente de la comisión antipederastia de los obispos españoles.
Monseñor reconoce con dolor que ese sacerdote se aprovechó de su posición y buen nombre, de la cercanía de la familia y de la candidez de la niña para quebrantar gravemente su intimidad mediante el acoso que le hizo sufrir.
Un último acto de servicio a la Iglesia, pidamos oraciones por el alma de este buen prelado.
Estoy convencido, en mi fuero interno, que el tremendo infarto que sufrió, se lo provocó su conocimiento de toda estas situaciones traumáticas que conoció de primera mano, como presidente de la comisión de la conferencia episcopal creada para luchar contra esa grave lacra de la Iglesia Católica, española y universal.
Que en paz descanse.
Rezaré por él.