
Nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo y tenemos que tener un gran respeto por él. «Lo que nuestro espíritu, es decir, nuestra alma, es para nuestros miembros, eso mismo es el Espíritu Santo para los miembros de Cristo, para el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia»; san Agustín, Sermo 268, 2). «A este Espíritu de Cristo, como a principio invisible, ha de atribuirse también el que todas las partes del cuerpo estén íntimamente unidas, tanto entre sí como con su excelsa Cabeza, puesto que está todo él en la Cabeza, todo en el Cuerpo, todo en cada uno de los miembros» (Pío XII: Mystici Corporis: DS 3808). El Espíritu Santo hace de la Iglesia «el Templo del Dios vivo» (2 Co 6, 16; cf. 1 Co 3, 16-17; Ef 2,21):
El Padre Nuñez responde con mucho sentido común sobre este tema que desgraciadamente está de moda. No se pierdan la respuesta.