
Netflix ha amenazad con dejar de rodar en el estado de Georgia, EEUU, si se aprueba definitivamente la ley antiaborto firmada por el Gobernador, Brian Kemp. Hay una expresión muy castiza que dice: PUES QUE LES DEN MORCILLA. Los enemigos de Cristo están rabiosos cuando encuentran resistencia a sus diabólicos planes.
Ya está bien que las grandes empresas se rindan genuflexas ante las imposiciones del Nuevo Orden Mundial.
La plataforma audiovisual está rodando importantes series en este estado como Stranger Things y Ozark, además de ser escenario de famosas películas como Black Panther o Avengers: Infinity War. Por cierto series que dejan mucho que desear moralmente y que corrompen la sociedad, a pesar de que muchos católicos sean asiduos a ellas.
Esta ley, que entraría en vigor en el año 2020, ilegaliza el aborto cuando se empiece a escuchar latir el corazón. Con frecuencia este latido aparece a las pocas semanas, cuando las madres aún no saben que están embarazadas.
Otras grandes firmas de momento no han dicho nada, lo que hace que Netflix sea la primera empresa de peso mundial en levantar la voz respecto al supuesto derecho a abortar. Por su parte muchos magnates de Hollywood igualmente llaman a hacer boicot al Estado de Georgia por sus políticas antiabortistas.
Recordemos que la Iglesia nos enseña que la vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida (cf Congregación para la Doctrina de la Fe, Instr. Donum vitae, 1, 1).
Desde el siglo primero, la Iglesia ha afirmado la malicia moral de todo aborto provocado. Esta enseñanza no ha cambiado; permanece invariable. El aborto directo, es decir, querido como un fin o como un medio, es gravemente contrario a la ley moral.
La cooperación formal a un aborto constituye una falta grave. La Iglesia sanciona con pena canónica de excomunión este delito contra la vida humana. “Quien procura el aborto, si éste se produce, incurre en excomunión latae sententiae” (CIC can. 1398), es decir, “de modo que incurre ipso facto en ella quien comete el delito” (CIC can. 1314), en las condiciones previstas por el Derecho (cf CIC can. 1323-1324). Con esto la Iglesia no pretende restringir el ámbito de la misericordia; lo que hace es manifestar la gravedad del crimen cometido, el daño irreparable causado al inocente a quien se da muerte, a sus padres y a toda la sociedad.