
En este artículo diferenciaremos con precisión los diversos matices existentes entre las dos grandes designaciones vinculadas al demonismo (satanismo y luciferismo) en cuanto especies/doctrinas, para así focalizar el interés de nuestro estudio en la realidad transversal del satanismo en el mundo cristiano.
Perspectivas del demonismo: satanismo y luciferismo
Siguiendo aquí a la mayor autoridad española en la materia, el docto P. Guerra Gómez (autor, muy probablemente, del mejor Diccionario enciclopédico de las sectas [1] jamás escrito), el Satanismo debería estudiarse dentro del contexto del Demonismo y, en consecuencia, diferenciarse bien del Luciferismo, en cuanto ambos conceptos, “satanismo” y “luciferismo”, devienen dos especies del demonismo acusadamente diferenciadas (que no antitéticas); anotada esta aclaración, procedamos a reseñar y comentar la clasificación propuesta por el P. Guerra, en base a las siguientes diferencias:
1.- Satanismo (subdividido, a su vez, en dos categorías):
1.1.- Satanismo increyente (Satanismo ateísta): integrado por los satanistas que no creen en la presencia real (existencia) de Satanás, a no ser como mero símbolo que utilizan cual burda solución de compromiso para normativizar su libertinaje implícito (en esta categoría puede ubicarse, como ejemplo, la Iglesia de Satán del inefable Anton Szandor LaVey); este tipo de satanismo es hoy el más frecuente (“el satanismo de los más”), y participa de una triple pulsión que bien puede oscilar entre lo patológico y el puro resentimiento (que el difunto P. Amorth no dudó en identificar con la posesión diabólica); puede resumirse en los siguientes principios de oposición:
1.1.1.- Una oposición a Dios (Trino), en cuanto odium Dei, proyectado sobre todo en la Segunda Persona de la Trinidad;
1.1.2.- Una oposición a los creyentes en Dios (Trino), en cuanto populo Dei, proyectado sobre todo en la comunidad cristiana visible en Cristo;
1.1.3.- Una oposición a la Iglesia Católica (Universal), en cuanto Iglesia Docente e Iglesia Discente, única depositaria del Dogma Verdadero.
1.2.- Satanismo creyente (Satanismo teísta): integrado por los satanistas que sí creen en la presencia real (existencia) de Satanás, y que en consecuencia lo adoran situándolo en un plano de igualdad con respecto a Dios (en esta categoría puede ubicarse una escisión de la Iglesia de Satán de LaVey, como es el Templo de Set del teniente coronel Michael A. Aquino, a quien supuestamente se le apareció en 1975 el mismísimo Satanás, indicándole éste una serie de preceptos, como el relativo a su nuevo nombre autorizado: Set).
2.- Luciferismo (subdividido, a su vez, en otras dos categorías):
2.1.- Luciferinismo (Luciferismo práctico): integrado por los luciferinos que creen en la existencia de Lucifer, entendido como Príncipe bueno, léase “Portador de la Luz” (en alusión a Prometeo); admiten la existencia de Dios, que no identifican como el rival de Lucifer (en esta categoría puede ubicarse, por ejemplo, el Nuevo Orden Dragano, con sede en Asturias).
2.2.- Luciferianismo (Luciferismo monoteísta): integrado por los luciferinos según los cuales Lucifer es el “único dios”; niegan pues la existencia de Dios, ausente de sus rituales (en esta categoría descuella la S.O.T.O. de Marcelo Ramos Motta).
José Antonio Bielsa Arbiol
[1] GUERRA GÓMEZ, M., Diccionario enciclopédico de las sectas, BAC, Madrid, 2005, pp. 212 y ss.