
Los movimientos antiabortistas y los políticos conservadores en Estados Unidos, encabezados por Trump, quieren volver a las leyes del año 1973. Lo que para los progresistas es un atraso y un motivo de escándalo (están que trinan) para los conservadores es un volver a poner las cosas en su sitio, volver a defender la vida ferreamente.
Estados Unidos está siendo un gran ejemplo en frenar la cultura de la muerte, si bien no de una manera definitiva todavía si que se están dando pasos muy firmes y cambia la tendencia. Las leyes aprobadas en varios Estados del país para restringuir el aborto han movilizado a los grupos abortistas de todo el país, que ven como pierden en poco tiempo gran parte de los supuestos derechos que les costó tanto conquistar.
Alabama dio luz verde a la más estricta ley de todas las aprobadas hasta la fecha. Varias organizaciones de libertades civiles ya han anunciado que recurrirán la norma ante los tribunales. Este proyecto de ley dice, literalmente, que se llevaron a cabo más abortos en los Estados Unidos desde 1973 que muertes en las peores dictaduras. La nueva normativa impide el aborto en cualquier etapa de la gestación, incluso en casos de violación e incesto.
El único supuesto contemplado es cuando este en riesgo la vida de la madre. La ley prescribe penas severas de entre 10 y 99 años de prisión para los que practiquen el embarazo.
Desde que Donald Trump preside la Casa Blanca y los nombramientos en el Supremo de los jueces conservadores Neil Gorsuch y Brett Kavanaugh le han dado la vuelta a la tortilla. Trump, ha cortado de cuajo las ayudas a las clínicas de planificación familiar como Planned Parenthood, una organización en el punto de mira de los políticos conservadores.