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El Papa ha escuchado recientemente a algunas familias de Camerino, una pequeña localidad italiana destruida por el terremoto de 2016 en el que murieron 296 personas. Su mensaje es que Dios está cerca de los que sufren.

«Dios que sana nuestros recuerdos heridos ungiéndolos con esperanza, Dios que está cerca de nosotros para levantarnos desde dentro, nos ayuda a ser buenos constructores, consoladores de corazones. Todos pueden hacer un poco de bien, sin esperar a que otros comiencen, no dejarse abatir por la desesperanza, comenzar a hacer cada uno algo por el otro. Todos pueden consolar a alguien, sin esperar a que se resuelvan sus problemas», ha señalado el pontífice durante la homilía.

El Papa, con un casco de seguridad en la catedral de Camerino.
La Iglesia nos recuerda que el dolor y el sufrimiento son un misterio en la vida. ¿Por qué los manda Dios?¿Por qué los permite Dios? Evidentemente que Dios podía haber hecho la naturaleza con otras leyes físicas. Pero toda naturaleza posible sería imperfecta, pues el único ser Omniperfecto es Dios. Fuera de Dios todo es imperfecto, limitado, capaz de mejorar. Y Dios ha pensado que en este mundo, tal como es, con sus imperfecciones, el hombre puede merecer la gloria y salvarse, que es el fin para el cual hemos sido creados.La Iglesia nos recuerda que ante las catástrofes naturales las naciones ricas tienen una responsabilidad moral grave respecto a las que no pueden por sí mismas asegurar los medios de su desarrollo, o han sido impedidas de realizarlo por trágicos acontecimientos históricos. Es un deber de solidaridad y de caridad; es también una obligación de justicia si el bienestar de las naciones ricas procede de recursos que no han sido pagados con justicia.