
Los enemigos del mundo son tres: el mundo, el demonio y la carne:
EL MUNDO
Desde el principio de la Creación Dios hizo todas las cosas perfectas y buenas, por tanto el mundo como realidad creada carecía de imperfección ya que procedía directamente de Dios, y dependía absolutamente de El y a El, el Señor de los cielos y la tierra.
La entrada del pecado en el mundo tuvo como consecuencia que el mundo se pusiese en rebelión contra Dios «este mundo» síntesis de todas las fuerzas enemigas de Dios, es pues malo y está bajo el poder del señor de este mundo «Satanás», y en la cual el hombre está esclavizado y en desorden.
El mundo en este caso representa a las personas que llevadas por sus pasiones tratan de dañar a aquellas almas buenas que tratan de vivir según los designios de Dios. Los malos se ríen de los buenos, de los que practican la virtud; pero debemos pensar que esta riza de los malos se convertirá en llanto sempiterno.
1792–El desconocimiento de Cristo y de su Evangelio, los malos ejemplos recibidos de otros, la servidumbre de las pasiones, la pretención de una mala autonomía de la conciencia, el rechazo de la autoridad de la Iglesia y sus enseñanzas, la falta de conversión y de caridad, pueden conducir a desviaciones del juicio en la conducta moral.
EL DEMONIO
Designa un poder personal invisible, enemigo de Dios y del hombre. Aparece como un acusador del hombre ante Dios. Se manifiesta primeramente identificado como Dragón o Serpiente, por la que entró el pecado y la muerte en el mundo. Desde entonces es a través del pecado al que induce por la tentación que es su oficio, el señor de este mundo, y actúa además por medio de individuos o colectividades que militan en la impiedad contra el plán salvífico de Dios que se manifestó por medio de Jesucristo, vencedor del diablo. Toda su vida en la tierra Jesucristo mantuvo una lucha constante contra él, desde las tentaciones en el desierto. Pero Satanás actúa por medio de otros demonios a través de la enfermedad, poseciones o por medio de los incrédulos «hijos del diablo».
Por la Cruz y la resurrección de Jesús, satanás está virtualmente vencido, no obstante esta derrota él estará actuando en el mundo tentando a los hombres, induciéndoles al pecado por sus medios clásicos: mentira y engaño, cizaña sembrada en la obscuridad. En esta disyuntiva el hombre está o con Cristo o con el diablo.
Las divesas fuerzas a través de cual actúa el diablo son: los enemigos de Dios , los falsos cristos, los impios y por antonomasia el Anticristo, que en los días postreros actuará con gran éxito contra los cristianos con poder sobrehumano dado por el demonio.
395–Sin embargo, el poder de Satán no es infinito. No es más que una criatura, poderosa por el hecho de ser espíritu, pero siempre criatura; no puede impedir la edificación del Reino de Dios. Aunque Satán actúe en el mundo por odio contra Dios y su Reino en Jesucristo y aunque su acción cause graves daños -de naturaleza espiritual e indirectamente de naturaleza física- en cada hombre y en la sociedad, esta acción es permitida por la divina providencia que con fuerza y dulzura dirige la historia del hombre y del mundo. El que Dios permita la actividad diabólica es un gran misterio, pero » nosotros sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que lo aman» Rom 8,8
LA CARNE
El hombre es un ser espiritual, inteligente, conciente y responsable, pero esta parte superior, que es buena en si, esta pervertida, esclavizada por la carne. Esta carne no es el cuerpo; él mismo está esclavizado en la carne -es un cuerpo de muerte- debido a la carne. La carne es el instrumento por el que actúa el pecado, que al esclavizar al hombre, desordena y pervierte la obra de Dios. El hombre «carnal» es precisamente el hombre entregado y sujeto al pecado.
La lucha contra la concupiscencia de la carne pasa por la purificación del corazón, pues de él salen los malos pensamientos, la ira, la envidia, los robos, asesinatos, la fornicación, el adulterio, blasfemias, falsos testimonios. Se infiere que no harán estas cosas quienes tengan un corazón limpio y ajustado su inteligencia y su voluntad a las exigencias de la santidad que Dios requiere, principalmente en cuatro dominios: la caridad, la castidad o rectitud sexual, el amor de la verdad y la ortodoxia de la fe. Estos atributos son donados por el Espíritu Santo en el Sacramento del Bautismo.
2520–El Bautismo confiere al que lo recibe la gracia de la purificación de todos los pecados. Pero el Bautizado debe seguir luchando contra la concupiscencia de la carne y los apetitos desordenados. Con la gracia de Dios lo consigue:
- Mediante la virtud y el don de la castidad, pues la castidad permite amar con un corazón recto e indiviso.
- Mediante la pureza de intención que consiste en buscar el fin verdadero del hombre: con una mirada limpia el bautizado se afana por encontrar y realizar en todo la voluntad de Dios.
- Medianta ayuno y oración constantes.
«Creía que la continencia dependía de mis propias fuerzas, las cuales no sentía en mi; siendo tan necio que no entendía que nadie puede ser continente, si tu no se lo das. Y cierto que tu me lo dieras, si con interior gemido llamase a tus oídos y con fe sóliga arrojase en ti mi cuidado»
San Agustín refiriéndose a la omnipotencia de Dios y sus designios.
Catecismo de la Iglesia Católica
N°s. 1792-395-2520