
¡Oh cuánto sirve un poco de tiempo bien empleado en honor de María! Dos jóvenes en un día de vacación fueron juntos al río Po, que está en Italia, y se metieron en una barca. Uno de ellos dijo al compañero: Ahora que no tenemos qué hacer y nos hemos divertido bastante, recemos el Oficio de la Virgen, según la regla de nuestra congregación. No nos obliga, respondió el compañero, quiero divertirme hoy que es día de asueto; no tengo gana de rezar; pero el otro con todo eso empezó solo. Estando en esto se turbó el aire y llegó una gran avenida; ellos, poco prácticos en gobernar la barca, no pudieron resistir el ímpetu de las aguas ni llegar a tierra.
El bote dio una vuelta y cayeron en el agua; invocaron ambos a la Virgen, y esta Señora inmediatamente acudió, tomó por la mano al que estaba rezando el Oficio, y le sacó del peligro. Esperaba el otro lo mismo, pero la Virgen vuelta a él le dijo: Tú no estabas obligado a honrarme, pues ni yo a socorrerte. Oía y veía todo esto el compañero salvo dándola gracias sin cesar, teniéndose después toda la vida por muy obligado y agradecido a favor tan señalado; argumento visible del poder y bondad de la Reina del Cielo, aunque también premio de la devoción.
OBSEQUIO
Rezar el Oficio de la Virgen, algunas devociones de las que se acostumbran en sus hermandades.
JACULATORIA
Alcánzanos, Señora, vida inocente y pura, camino seguro y recto.