
En un antiguo artículo de National Geographic, cuyo título era “Cómo la Virgen María se convirtió en la Mujer Más Poderosa del Mundo”, Maureen Orth investiga sobre la figura de la Virgen y el incondicional amor de sus devotos en todo el mundo.
En su reportaje, Orth conversó con peritos en Mariología y estuvo en lugares de apariciones marianas, para conocer más a fondo a tan egregia Señora.
El concepto de María como mediadora ante Dios viene de la Biblia en las Bodas de Caná, cuando Cristo hace su primer milagro después de que su madre le indicara que “no tienen vino”, para aconsejar posteriormente a los sirvientes que “hagan lo que Él os diga”.
“Desde entonces, ninguna otra mujer ha sido tan enaltecida como María”, escribió Orth. “Como un símbolo universal de amor maternal, así como de sufrimiento y sacrificio, María es a menudo la piedra angular de nuestro anhelo de significado, un vínculo más accesible a lo sobrenatural que las enseñanzas formales de la Iglesia. Su manto ofrece tanto seguridad como protección”.
La iglesia nos recuerda que la misión maternal de María para con los hombres de ninguna manera disminuye o hace sombra a la única mediación de Cristo, sino que manifiesta su eficacia. En efecto, todo el influjo de la Santísima Virgen en la salvación de los hombres […] brota de la sobreabundancia de los méritos de Cristo, se apoya en su mediación, depende totalmente de ella y de ella saca toda su eficacia” (LG 60). “Ninguna creatura puede ser puesta nunca en el mismo orden con el Verbo encarnado y Redentor. Pero, así como en el sacerdocio de Cristo participan de diversas maneras tanto los ministros como el pueblo fiel, y así como la única bondad de Dios se difunde realmente en las criaturas de distintas maneras, así también la única mediación del Redentor no excluye, sino que suscita en las criaturas una colaboración diversa que participa de la única fuente” (LG 62).
“Todas las generaciones me llamarán bienaventurada” (Lc 1, 48): “La piedad de la Iglesia hacia la Santísima Virgen es un elemento intrínseco del culto cristiano” (MC 56). La Santísima Virgen «es honrada con razón por la Iglesia con un culto especial. Y, en efecto, desde los tiempos más antiguos, se venera a la Santísima Virgen con el título de “Madre de Dios”, bajo cuya protección se acogen los fieles suplicantes en todos sus peligros y necesidades […] Este culto […] aunque del todo singular, es esencialmente diferente del culto de adoración que se da al Verbo encarnado, lo mismo que al Padre y al Espíritu Santo, pero lo favorece muy poderosamente” (LG 66); encuentra su expresión en las fiestas litúrgicas dedicadas a la Madre de Dios (cf. SC 103) y en la oración mariana, como el Santo Rosario, “síntesis de todo el Evangelio” (MC 42).