
John Wayne fue sin duda uno de los mejores actores de la historia participando en más de 100 películas, alguna de ellas inolvidable. Es muy significativo que tuviese la gracia de bautizarse católico al final de sus días, algo que no suele ser lo común, pero con esto se hace vida la parábola de Jesús, que los que llegaron a última hora recibieron el mismo salario que los primeros.
Nació en el seno de en una familia presbiteriana donde aprendió la importancia de ir a la iglesia, leer la Biblia y creer en Dios, algo que le marcó durante toda su vida, aunque hasta su lecho de muerte prácticamente no tendría la gracia de hacerse católico.
Tiene un nieto sacerdote el P. Matthew Muñoz, cuenta que Wayne, influenciado por un mujer católica que tuvo, al final de sus días pidió ser bautizado y el arzobispo Marcos Gregorio McGrath fue a verlo. “Mi mamá y mi tío estaban allí cuando él vino. Así que no hay duda de si fue bautizado o no. Quería bautizarse y hacerse católico. Fue maravilloso verlo venir a la fe y dejar ese testimonio para toda nuestra familia”.
El santo Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el espíritu (“vitae spiritualis ianua“) y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos. Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión (cf Concilio de Florencia: DS 1314; CIC, can 204,1; 849; CCEO 675,1): Baptismus est sacramentum regenerationis per aquam in verbo” (“El bautismo es el sacramento del nuevo nacimiento por el agua y la palabra”: Catecismo Romano 2,2,5).
P. Muñoz también explica que su abuelo solía escribir cartas a Dios: “Él escribió hermosas cartas de amor a Dios, y fueron oraciones. Y eran muy infantiles y muy simples pero también muy profundas, al mismo tiempo”.