
MORRISTOWN. Recientemente fueron detenidos dos sacerdotes católicos y dos militantes pro-vida segalres que ofrecían rosas rojas a las señoras que estaban en un centro abortista a punto de abortar y las animaron a elegir la vida. El arresto se produjo cuando estos se negaron a abandonar el centro de aborto.
La detención no fue en vano, pues al menos una mujer cambió de opinión y no realizó un aborto, motivo de dar gracias a Dios por esta vida salvada de las garras del aborto.
Es de alabar la valentía y la gran labor que hacen los rescatadores en todo el mundo, jugándose su integridad física, su libertad y soportando un buen número de vejaciones y de insultos. Pero son muchos los abortos que se evitan de esta manera y por lo tanto es una magnífica labor y un valiente testimonio.
La Iglesia nos recuerda que la vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida (cf Congregación para la Doctrina de la Fe, Instr. Donum vitae, 1, 1). La cooperación formal a un aborto constituye una falta grave.
BREVE VÍDEO DONDE SE VE COMO ES DETENIDO EL SACERDOTE