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SAN PASCUAL BAILÓN APÓSTOL DE LA EUCARISTÍA

P. ÁNGEL PEÑA O.A.R.

Nihil Obstat Ricardo Rebolleda Vicario Provincial del Perú Agustino Recoleto Imprimatur Mons. José Carmelo Martínez Obispo de Cajamarca (Perú)

Antonio Navarro, amigo y mayoral de Pascual en Monforte, declaró: Cuando el bendito Pascual no podía oír misa o acudir a la hora de “alzar a Dios” en dicho convento o en otras iglesias, con oír la campana que hace señal de alzar en la Misa mayor, muy devotamente se hincaba de rodillas y puestos los ojos en el cielo, veía una estrella muy refulgente y se le abría hacia aquella parte el cielo y en él veía el sacrosanto Misterio de la Misa. Al cual, humillándose profundamente, adoraba como verdadero Dios y Señor, quedando su alma consoladísima con tan soberana merced. Y con toda prisa llamaba a este testigo, su compañero, para que viese en el cielo el Santísimo Sacramento del altar. Pero dice este testigo que, como él era indigno de tanto bien por no tener la pureza de alma del bendito Pascual, nunca pudo ver una maravilla tan grande. Pero firmísimamente cree y bajo el juramento que a Dios y a sus santos cuatro Evangelios tiene hecho, afirma que daba y da crédito a lo que el santo Pascual le decía. Porque la pureza de su alma y la integridad de su vida era tan grande que podía presumirse de él cosa semejante. Y habiéndolo confesado el dicho santo por su boca y en tales condiciones, se tuviera por mal cristiano si no le diera crédito y dijera no era verdad lo que él decía. Pero que, por tenerlo por consumada verdad y excelente milagro, lo ha contado a diversas personas y ahora bajo juramento lo certifica…

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Los religiosos comulgaban sólo lo días festivos, en los días de santos de la Orden o cuando lo deseare el religioso con tal que no hubiese motivo para impedírselo. Fray Pascual, llevado de su amor a la Eucaristía, comulgaba casi (26 Proceso diocesano 3393, pp. 20. 15) todos los días. Era patente su amor a Jesús Eucaristía y, desde cualquier parte de la iglesia en que se encontrara, dirigía la mirada a Jesús sacramentado. Fray José Hidalgo afirma que parecía más ángel que hombre.

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LOS OJOS DEL SANTO

Algo realmente extraordinario, quizás único en la historia de la espiritualidad católica, es lo que sucedió con sus ojos en la misa de exequias. Varios testigos certificaron en el Proceso haber visto cómo sus ojos se abrían y cerraban al momento de la elevación de la Hostia y del Cáliz, como si quisiera manifestar así, después de muerto, su amor y devoción a Jesús Eucaristía.

Ana Ortiz de Matamoros manifestó que se quedó maravillada y atónita en el momento de la elevación. Dice:

Cuando el sacerdote levantó la Hostia, fray Pascual abrió los ojos; y los volvió a cerrar cuando el sacerdote la depositó sobre el altar. Asimismo, a la elevación del Cáliz abrió los ojos y vuelta a cerrarlos cuando el sacerdote lo puso sobre el altar.

Otro testigo, Bárbara Sanz, certifica que vio cómo abría los ojos a la doble elevación del pan y del vino consagrados. Lo vio ella y muchos hombres y (148 Ib. p. 312. 149 Ib. pp. 320-321. 150 Ib. pp. 321-322. 151 Archivo de la postulación general de la Curia franciscana de Roma, tomo VI, p. 715. 61) mujeres que estaban cerca del féretro. Todos comentaban la gran devoción que el bendito fraile profesaba a la Eucaristía.

También Leonor Jordán declaró: Lo vi con mis propios ojos cómo abría los suyos a la elevación de las dos especies sacramentales. En la Bula de canonización escribía el Papa Inocencio XII el 15 de julio del año 1691: Divulgada la fama de su feliz tránsito, acudió una extraordinaria multitud que, admirada, mientras vivía, de su santidad, fue confirmada en la misma admiración con el prodigio consecuente de abrir los ojos en el féretro a la doble elevación de las especies sacramentales. El Papa León XIII lo nombró el 28 de noviembre de 1897 patrono de los Congresos y Asociaciones eucarísticas por un Breve apostólico en el que dice: Entre los herejes sufrió muchas y graves persecuciones y, émulo del mártir san Tarsicio, se vio expuesto frecuentemente a dar su vida por confesar pública y manifiestamente la verdad de la Eucaristía. El amor a ésta parece haberlo conservado después de muerto, toda vez que, tendido en el féretro, dícese haber abierto los ojos por dos veces a la doble elevación de las sagradas especies.

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LOS GOLPES DEL SANTO

Algo también muy singular y que parece único en la historia cristiana es el lenguaje de san Pascual. Por medio de golpes dados junto a su sepulcro o en lugares donde se encuentran algunas de sus imágenes, manifiesta su presencia viva, queriendo dar un mensaje positivo o negativo, según que los golpes sean suaves y delicados o muy fuertes. Es una manera de decirnos que está vivo, que se preocupa de nosotros y que quiere ayudarnos en los momentos felices o desgraciados. Y esto ha sucedido a lo largo de los siglos, incluso en la actualidad. Todos los biógrafos coinciden en que los golpes comenzaron a oírse a raíz de la introducción de su causa de beatificación en Roma el 9 de mayo de 1609. Algo muy interesante es anotar que el santo tenía un sobrino también franciscano, fray Diego Bailón, que murió con fama de santidad el 30 de febrero de 1630. Sus restos fueron colocados junto a la tumba de su tío en la capilla de Villarreal. Este sobrino, en 1612, moraba en el convento de Villarreal y era muy humilde y sencillo. Cuando regresaba de pedir limosna por las calles, después de tomar la bendición del Superior, se dirigía a la tumba de su tío, contándole los incidentes de la jornada. Y siempre oía unos golpes procedentes de su tumba como en señal de aprobación de lo que había hecho.

El padre Cristóbal de Artá, postulador de la Causa, cita el siguiente caso: Estando reunidos en 1669 en la ciudad de Valencia con el Virrey los tres jueces apostólicos, tratando el asunto de su canonización, sintieron en tres distintas ocasiones más de quince golpes en una pequeña imagen del beato.

El padre Antonio Marcet informa: Personalmente debo manifestar que he oído los golpes varias veces y siempre he comprendido lo que yo llamaría el lenguaje del santo. Y cita lo que le sucedió el 3 de mayo de 1942. Se dirigía a Valencia para ciertas diligencias y dijo: Algo extraordinariamente grato me sucederá, porque he oído los golpes del santo. Y sucedió que se encontró con el poseedor de un cayado que presuntamente perteneció a san Pascual y se lo entregó para el templo del santo en Villarreal. Sobre los golpes del santo el padre Pascual Rambla afirma: Los golpes son fuertes para anunciar sucesos tristes o suaves para los acontecimientos faustos. He hablado con muchos de los que los han experimentado y los describen como inconfundibles: uniformes unos a otros, como saliendo del sepulcro, y no alarman lo más mínimo en el sentido de producir espanto o susto. Por el contrario, resuenan armónicamente como un lenguaje divino en el interior, en el espíritu, y lo llenan de paz y confianza.

El día 27 de mayo de 1912 ardió el cinematógrafo La Luz de Villarreal. Murieron 69 espectadores y hubo más de cien heridos. Unos días antes se habían escuchado en la capilla del santo unos golpes fortísimos. La población estaba alarmada, temiendo una desgracia común. A los pocos días acaecía la catástrofe.