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Las palabras del Prepósito General de los Jesuitas, P. Arturo Sosa Abascal, de que el demonio es algo “simbólico”, están fuera de la doctrina de la Iglesia, comunicó la Asociación Internacional de Exorcistas (AIE). ES DOGMA DE FE LA EXISTENCIA DEL DEMONIO

La AIE, fundada entre otros por el exorcista Gabriele Amorth, dio una nota de prensa aclaratoria ante las escandalosas declaraciones del Superior de los Jesuitas.

Preguntado el P. Sosa por la existencia del demonio dijo: «Existe como mal personificado en diferentes estructuras pero no en las personas, porque no es una persona, es una manera de ejecutar el mal”.

La Iglesia nos recuerda que detrás de la elección desobediente de nuestros primeros padres se halla una voz seductora, opuesta a Dios (cf. Gn 3,1-5) que, por envidia, los hace caer en la muerte (cf. Sb2,24). La Escritura y la Tradición de la Iglesia ven en este ser un ángel caído, llamado Satán o diablo (cf. Jn 8,44; Ap 12,9). La Iglesia enseña que primero fue un ángel bueno, creado por Dios. Diabolus enim et alii daemones a Deo quidem natura creati sunt boni, sed ipsi per se facti sunt mali («El diablo y los otros demonios fueron creados por Dios con una naturaleza buena, pero ellos se hicieron a sí mismos malos») (Concilio de Letrán IV, año 1215: DS, 800).

La Escritura habla de un pecado de estos ángeles (2 P 2,4). Esta «caída» consiste en la elección libre de estos espíritus creados que rechazaron radical e irrevocablemente a Dios y su Reino. Encontramos un reflejo de esta rebelión en las palabras del tentador a nuestros primeros padres: «Seréis como dioses» (Gn 3,5). El diablo es «pecador desde el principio» (1 Jn 3,8), «padre de la mentira» (Jn 8,44).

Es el carácter irrevocable de su elección, y no un defecto de la infinita misericordia divina lo que hace que el pecado de los ángeles no pueda ser perdonado. «No hay arrepentimiento para ellos después de la caída, como no hay arrepentimiento para los hombres después de la muerte» (San Juan Damasceno, De fide orthodoxa, 2,4: PG 94, 877C).

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