Ledger Nano X - The secure hardware wallet

Contemplamos en esta imagen preciosa un tierno bebé besando con todo su cariño y ternura a una imagen de la Virgen. Los católicos no adoramos imágenes como falsamente creen los protestantes. En el beso a la imagen no besamos a la imagen en sí, sino a la persona que representa, como una persona puede tener en su cartera una foto de su madre, no ama a la foto de papel, sino a la madre que sale ahí representada.

Devoción a la Virgen en la Iglesia Católica

«Todas las generaciones me llamarán bienaventurada» (Lc 1, 48): «La piedad de la Iglesia hacia la Santísima Virgen es un elemento intrínseco del culto cristiano» (MC 56). La Santísima Virgen «es honrada con razón por la Iglesia con un culto especial. Y, en efecto, desde los tiempos más antiguos, se venera a la Santísima Virgen con el título de «Madre de Dios», bajo cuya protección se acogen los fieles suplicantes en todos sus peligros y necesidades […] Este culto […] aunque del todo singular, es esencialmente diferente del culto de adoración que se da al Verbo encarnado, lo mismo que al Padre y al Espíritu Santo, pero lo favorece muy poderosamente» (LG 66); encuentra su expresión en las fiestas litúrgicas dedicadas a la Madre de Dios (cf. SC 103) y en la oración mariana, como el Santo Rosario, «síntesis de todo el Evangelio» (MC 42).

Después de haber hablado de la Iglesia, de su origen, de su misión y de su destino, no se puede concluir mejor que volviendo la mirada a María para contemplar en ella lo que es la Iglesia en su misterio, en su «peregrinación de la fe», y lo que será al final de su marcha, donde le espera, «para la gloria de la Santísima e indivisible Trinidad», «en comunión con todos los santos» , aquella a quien la Iglesia venera como la Madre de su Señor y como su propia Madre: