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Les ofrecemos en portada una foto real del milagro del sol en Fátima.

Muchos conocen el “Milagro del Sol” que se dio en 1917 en Fátima, pero no son tantos los que han oído hablar de la presencia de San José según nos los cuenta Sor Lucía en sus Memorias:

“Pudimos ver cerca del sol, a San José con el Niño en sus brazos y a la Virgen con un vestido blanco y un manto azul. San José hizo un gesto en forma de cruz bendiciendo al  mundo”.

Publicamos recientemente un breve artículo sobre la Única aparición aprobada de San José en Cotignac.,  aunque ciertamente la presencia de José, al que le gusta pasar desapercibido siempre está muy presente al lado de Nuestro Señor y María Santísima.

Nos recuerda León XIII en su encíclica Quamquam Pluries las razones por las que el bienaventurado José debe ser considerado especial patrono de la Iglesia, y por las que a su vez, la Iglesia espera muchísimo de su tutela y patrocinio, nacen principalmente del hecho de que él es el esposo de María y padre putativo de Jesús. De estas fuentes ha manado su dignidad, su santidad, su gloria.

Es cierto que la dignidad de Madre de Dios llega tan alto que nada puede existir más sublime; mas, porque entre la santísima Virgen y José se estrechó un lazo conyugal, no hay duda de que a aquella altísima dignidad, por la que la Madre de Dios supera con mucho a todas las criaturas, él se acercó más que ningún otro. Ya que el matrimonio es el máximo consorcio y amistad —al que de por sí va unida la comunión de bienes— se sigue que, si Dios ha dado a José como esposo a la Virgen, se lo ha dado no sólo como compañero de vida, testigo de la virginidad y tutor de la honestidad, sino también para que participase, por medio del pacto conyugal, en la excelsa grandeza de ella.