
El Padre Gabriele Amorth, exorcista ya fallecido define la obsesión demoníaca de la forma siguiente.
Pensamientos obsesivos, a veces incluso de formas racionalmente absurdas, pero de tal naturaleza que la víctima es incapaz de liberarse.
Por lo tanto la persona obsesionada vive en perpetuo estado de postración, desesperación, y en los casos más graves, con intentos de suicidio.
Los síntomas incluyen ataques repentinos. Casi siempre la obsesión influye en los sueños. Algunas personas dicen que esto es una evidencia de enfermedad mental, que requiere los servicios de un psicólogo o psiquiatra.