
Es una preciosa plegaria, que remonta sus orígenes a la Edad Media, es atribuida a San Bernardo de Claraval.
Esta oración solicita que intervenga a nuestro favor María Santísima. Muestra en primer lugar una gran confianza en la Virgen, no dudando que todo el que acude a Ella obtendrá con seguridad la protección, pues una Madre no puede dejar sin atender a sus hijos.
Además de la confianza San Bernardo reconoce con humildad sus pecados y miserias, pues María es refugio de los pecadores y consoladora de los afligidos. Por lo tanto nadie debe avergonzarse de dirigirse a Ella y contarle sus problemas y angustias.
Una oración corta que podemos recitar en cualquier momento del día, implorando la protección de María Santísima. La historia está llena de favores concedidos a los devotos del Acordaos.
A lo largo de la historia varios sumos pontífices le han dado indulgencias. En la actualidad tiene indulgencia parcial a quien la recite con devoción.
Acordados o Memorare (en latín)
Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!,
que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que han acudido a vuestra protección,
implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro socorro,
haya sido desamparado.
Animado por esta confianza, a Vos también acudo,
¡oh Madre, Virgen de las vírgenes!,
y gimiendo bajo el peso de mis pecados
me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana.
¡Oh Madre de Dios!, no desechéis mis súplicas,
antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente.
Amén.