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El 4 de abril de 1864 se colocaba en la Gruta de Massabielle la estatua de la Virgen que todos los católicos que han peregrinado a Lourdes conocen.

La inauguración y bendición de la imagen (realizada por Joseph Fabish) fue precedida de una multitudinaria procesión y seguida de una Misa solemne.

Paulatinamente se fueron construyendo las demás iglesias, capillas y otros edificios en el Santuario de forma que muy rápidamente Lourdes fue tomando el aspecto que hoy presenta. El 14 de octubre de 1862 se había dado el primer golpe de pico para poner los cimientos de la futura capilla. Entre los sesenta obreros que trabajaban, se contaba Francisco Soubirous, padre de Bernardita, orgulloso de cooperar, desde puesto tan humilde, a tan grandiosa obra.

El 19 de mayo de 1866, vigilia de Pentecostés, quedaba consagrada la cripta, que había de ser el cimiento de la futura capilla. Su inauguración quedó señalada para dos días después, lunes de Pentecostés, en presencia de una inmensa multitud. Todavía pudo asistir a ella la pequeña Bernadette antes de su partida definitiva al convento de Saint-Gildard, en Nevers. Pero le costaba reconocer el terreno. Estaba todo muy cambiado.

Desde 1866 a 1871 se construye la actual Basílica de la Inmaculada Concepción, con planos de Hippolyte Durand (París,1801-1882), bendecida e inaugurada el 15 de agosto de 1871; quedó erigida en Basílica Menor por el Papa Pío IX el 13 de marzo de 1874.

El 3 de julio de 1876, Monseñor Pedro Francisco Meglia, arzobispo de Damasco, Nuncio Apostólico en Paris, delegado especialmente por el Papa Pío IX, corona solemnemente la Imagen de Nuestra Señora de Lourdes; en recuerdo de este acontecimiento se erige al año siguiente la imagen de Nuestra Señora que se encuentra en la explanada (realizada por la Casa Raffl de París).

En 1873 se inician las grandes peregrinaciones francesas. En 1876 es solemnemente consagrada la basílica y coronada la estatua de la Virgen. Los veinticinco años de las apariciones se celebran con afluencia de una inmensa multitud, y colocando la primera piedra de la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, para suplir la insuficiencia, de la primitiva basílica. Seis años más tarde era inaugurada esta iglesia, que fue solemnemente consagrada en 1901. Todavía con la marcha del tiempo habría de resultar insuficiente, y el 25 de marzo de 1958, el cardenal Roncalli, futuro Papa Juan XXIII, consagraba una nueva y más inmensa basílica subterránea, dedicada a San Pío X.