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Una familia abandonó cruelmente al perrito y el buen corazón de los monjes lo acogió en su convento y hasta le han hecho un traje hermoso y posa con los monjes tan gracioso, como si fuese un hermano más.

Está hecho con todo el cariño y respeto por supuesto, siguiendo el amor que tenía San Francisco de Asís a los animales. A los que llamaba por ejemplo hermano lobo. Pensemos en esos bellos diálogos poéticos entre San Francisco y el lobo de Gubia, inmortalizados por el gran poeta Rubén Darío.

No hay que ver irreverencia en este detalle lleno de ternura y de inocencia. El perrito posa con el hábito para la foto, pero lógicamente llevará una vida de criatura irracional en el convento. Las criaturas vistas rectamente no deben ser mancha ni velo para ir a Dios, es más contemplando las maravillas de la creación podemos ir al Creador.

Les dejamos con la obra maestra de San Francisco en donde alaba a toda la creación y a todas la criaturitas de Dios.

CÁNTICO DEL HERMANO SOL 
o
ALABANZAS DE LAS CRIATURAS

Altísimo, omnipotente, buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.

A ti solo, Altísimo, corresponden,
y ningún hombre es digno de hacer de ti mención.

Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas,
especialmente el señor hermano sol,
el cual es día, y por el cual nos alumbras.

Y él es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.

Loado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las has formado luminosas y preciosas y bellas.

Loado seas, mi Señor, por el hermano viento,
y por el aire y el nublado y el sereno y todo tiempo,
por el cual a tus criaturas das sustento.

Loado seas, mi Señor, por la hermana agua,
la cual es muy útil y humilde y preciosa y casta.

Loado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual alumbras la noche,
y él es bello y alegre y robusto y fuerte.

Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la madre tierra,
la cual nos sustenta y gobierna,
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba.

Loado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor,
y soportan enfermedad y tribulación.

Bienaventurados aquellos que las soporten en paz,
porque por ti, Altísimo, coronados serán.

Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.

¡Ay de aquellos que mueran en pecado mortal!:
bienaventurados aquellos a quienes encuentre en tu santísima voluntad,
porque la muerte segunda no les hará mal.

Load y bendecid a mi Señor,
y dadle gracias y servidle con gran humildad.