
Estamos intercambiando nuestras tradiciones por valores mundanos. Anteriormente la Noche Buena era uno de los días con mayor transcendencia en el calendario de cualquier familia Hispana. La costumbre estaba basada en la adoración, los seres queridos se reunían, cantaban villancicos, comían, y se preparaban para ir a Misa de Gallo, después de la misa, ahora sí, que comience el festín. En algunas regiones se acostumbra a abrir los regalos la víspera del 24 (después de misa), la madrugada del 25, o en Epifanía (el método más tradicional de todos).
¿Qué ha sucedido? Hemos dejado que la influencia del mercado dictamine la manera de celebrar el nacimiento de Cristo. El calendario litúrgico enfatiza valores como la contemplación, abstinencia, regocijo, penitencia, etc., en este caso, el adviento –que es un tipo de cuenta regresiva penitencial—nos invita a ejercer esas virtudes. Si nos ponemos a pensar, por 4 domingos hemos estado en un estado espiritual de espera del redentor (al menos en teoría), ahora, contrastemos eso con los valores que los mercaderes nos inculcan: gratificación instantánea, consumismo, y constante ajetreo. No es benéfico para la economía actual que un padre de familia abandone el trabajo por varios días –días hábiles—para dedicárselo a su familia, pasar tiempo en adoración Eucarística, y ayudando a su parroquia. Tampoco es conveniente practicar las virtudes cardinales en un mundo que constantemente nos bombardea con propagada publicitaria. Que ganancia material hay en eso? Claramente, dichos valores son irreconciliables con la doctrina Católica. Gracias a la influencia del mercado hoy en día, las posadas ya no son en familia centradas en la misa, si no en el trabajo con el objetivo de embriagarse. La religión dejó de ser aceptable en la vida fuera del hogar pero el hedonismo es promovido sin censura alguna.
Esta Noche Buena nos ofrece la oportunidad de reflexionar sobre el acontecimiento más relevante de nuestras vidas –el Verbo Encarnado—y el privilegio que tenemos como Catolicos de celebrarlo. Es una excelente oportunidad no solo de retomar las tradiciones olvidadas que nuestros ancestros preservaron con tanto sacrificio, sino también es una oportunidad de evangelizar. Todos conocemos a alguien quien pasara estas fechas aislado, lejos de su familia, quizá sería buen momento para invitar a ese padre separado que no le tocó pasar la Navidad con sus hijos o esa joven que no pudo obtener días libres para ir a ver a su familia, a ser parte de nuestra tradición de adoración familiar.
Independientemente de cómo celebremos la Navidad, hay que hacerlo con un el objetivo de mantener la adoración de nuestro Redentor en el centro de nuestras vidas. Las fiestas, comidas, regalos y demás placeres solo hacen sentido bajo el contexto de la gratitud hacia Dios.
Feliz Noche Buena, y Feliz Navidad!
Pax et bonum,
Luis Medina
Medinaconsulting.blogspot.com
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Una gran parte de los católicos y de la humanidad estamos sumergidos en una profunda tiniebla, la que ha esparcido y hecho penetrar en nosotros el demonio. Pero asimismo hay una gran luz, una nueva luz que viene a deshacer la tiniebla y a despertar a los hombres a un nuevo amanecer. La Virgen viene como Aurora a inaugurar un «tiempo nuevo» en el que Ella derrotará de modo definitivo al príncipe de este mundo, pisará la cabeza del dragón, La Señora Vestida de Sol irradia sobre la Iglesia, la humanidad y el cosmos la Luz de la Gloria de Cristo de la que Ella está colmada, a fin de preparar el camino al Reino glorioso de Cristo. El Señor Viene, debemos ponernos de pie, aclamar a Su Madre que lo anuncia, difundir por las aldeas, valles y montañas que está próxima Su Segunda Navidad. Que nuestras manos acojan la Luz y edifiquen con ella lo que falta del Reino bajo la Conducción de María, tomados de sus Manos maternales; que nuestros pies abandonen la ciénaga del infierno en que se hunde el mundo ateo, materialista, racionalista, consumista, vacuo, apóstata, ciego, sordo y mudo, y recorran los caminos infinitos del nuevo Paraíso del que María es la Puerta.
Totalmente de acuerdo, es tiempo de despertar y dejar ese letargo espiritual en que nos hemos aposentado. Saludos!